El 1 de junio de 1999 un tornado asoló varios municipios del noreste de la provincia de Soria.
Este martes se cumplen 22 años de uno de los episodios climáticos que mas destrucción han causado en la historia reciente de la provincia de Soria. Un tornado recorrió el 1 de junio de 1999 el noreste de la provincia de Soria y asoló una amplia zona de pinar maduro de San Leonardo de Yagüe, Navaleno y Casarejos. El meteorólogo aficionado Agustin Sandoval lo recuerda hoy en sus redes sociales y la información que facilita al respecto resulta muy útil para comprender por qué el inicio del verano climático es la época con mayor riesgo de fenómenos muy severos en Soria.
El tornado que se registró la tarde de aquel 1 de junio de hace 22 años fue un F3-Tornado severo (254 a 332 km/h). Las consecuencias del mismo, según los expertos en la materia, pueden ir desde arrancar techos y paredes de viviendas prefabricadas a volcar trenes o elevar los automóviles del suelo y desplazarlos a cierta distancia.
Sandoval recoge en su blog personal la crónica de este tornado F3: "Se originó el 1 de junio de 1999, sobre las 20:35 horas. Duró alrededor de 7 minutos en el término municipal de Navaleno, dejando tras de sí una estrecha senda (podemos observarla en las fotos aéreas) llena de destrucción y desesperación. El tornado se originó cerca de San Cristóbal, en el paraje denominado el Palomar. Poco a poco fue formándose y tomando fuerza en la Fuente del Pino (San Leonardo) y Navacastellanos (Casarejos). En estos parajes “se hizo mayor”, desplazando toda su furia en pocas hectáreas, pero en las cuales concentró el mayor destrozo por tratarse de un pinar maduro. Desde aquí, como un misil guiado por radar, continuó su senda destructora por la Cruz de Piedra (Navaleno), atravesando la N-234 cerca del camino de Valdelahierba en cuyo paraje se mostraba la imagen del caos y la destrucción; pinos tronchados a 5 metros de altura y astillados hasta su base, con la parte caída girada media vuelta a derechas delatando el paso de tan inconfundible fenómeno. Siguió su marca destructora por la carretera general N-234 hasta las puertas de la urbanización de San Roque, en Navaleno,, momento en el que hizo un giro brusco de 90 º y tomó rumbo, valle arriba, a Navalcubillo. Ascendiendo por la Rinconada atravesó el camino de la potabilizadora y descendió a la carretera de la estación hasta el paraje Majadil y la Dehesa Nueva, ascendiendo nuevamente por Matarrubia y finalizando en el monte “Pinar Grande”, por el paso Juan.
El tornado afectó a una superficie total de 47,4 Has. (11, 4 Has. en los tranzones 15, 37 y 38 del monte nº 73 de Casarejos, 20 Has. en los tranzones 1, 4, 7, 8 y 9 del monte nº 90 de San Leonardo, 14 Has. en los tranzones A-II, B-I, B-II y B-V del monte nº 84 de Navaleno y 2 Has. en el tranzón 5ª-E-V del monte “Pinar Grande”, nº 172), derribando 18.018 pinos con un volumen maderable de 14.138 m3 c.c. de madera".
Las imágenes que se conservan de las consecuencias del tornado en los montes de estas tres localidades resultan un claro testigo de la potencia del mismo. Se aprecia de forma evidente la fuerza destructiva del tornado "con impresionantes fuerzas de torsión y flexión, que se dibujan en lo que queda de los troncos de los pinos. Se trata de pinar maduro, con bastantes pies de más de 20 metros de altura, y de 40 cm de diámetro", refiere Agustín Sandoval.
El climatólogo Vicente Aupí, publicó en La Vanguardia, un interesante artículo sobre el tornado del 1 de junio. En él recoge la opinión de Miguel Gayá, "uno de los técnicos que mejor, y con mayor profundidad, ha estudiado el fenómeno de los tornados en España", según los apuntes de Sandoval. En esta crónica se incluye este tornado entre los tres más dañinos de los registrados a nivel nacional desde 1978:
"Los tornados de Sevilla en 1978, Ciutadella-Ferreries (Baleares) en 1992, y Navaleno-San Leonardo de Yagüe (Soria) en 1999 son probablemente, los más intensos ocurridos en España desde 1978. Los estudios disponibles permiten encasillar a los tres en el grado F3 de la escala de Fujita, por lo que nos encontramos ante tornados capaces de causar víctimas mortales debido a la fuerza del viento, torbellinos de gran envergadura y con una gran capacidad destructiva, que no pueden ignorarse en el sistema predictivo meteorológico de un país avanzado, a pesar de que su frecuencia no sea la misma que en otros lugares del planeta".
También en este artículo se alerta sobre la frecuencia con la que pueden producirse este tipo de fenómenos severos: "no se trata de alarmar a nadie, pero es evidente que fenómenos potencialmente destructivos como los tornados deben incluirse en los planes de avisos sobre riesgos naturales, máxime cuando los estudios han demostrado claramente su intensidad".
Insiste en que "España no esta libre de sufrir tornados graves (F3), tres en las últimas tres décadas, o extremos (F4)", por ello, lamenta que en las regiones españolas más vulnerables a los tornados "no se construya pensando en estos episodios de vientos extremos porque, aunque la probabilidad es muy baja, el riesgo cero no existe".
Agustín Sandoval recuerda para concluir que "dos décadas en el análisis de efectos meteo y de estadística climática y natural no son nada" por lo que no duda en afirmar que "volverá a producirse". No obstante, tranquiliza en su blog, "esperemos que el periodo de retorno para este suceso, sea dilatado. Por lo menos más de 100 años".