Artículo de opinión de Eder García, concejal socialista del Ayuntamiento de Soria y soriano comprometido
Confieso que me deja muy mal cuerpo la actitud de un número importante de personas que califican de “invasión” el intento desesperado de miles de personas por tener lo más mínimo de lo mínimo. Es todavía más grave que en pleno 2021 tengamos partidos políticos que alienten y rentabilicen los discursos basados en el odio, el miedo y la ignorancia.
Existen multitud de argumentos en el ámbito del derecho internacional, de los compromisos adquiridos por nuestro país en materia de protección de los Derechos Humanos o nuestros deberes legales como país miembro de la Unión Europea que tendrían que ser suficientes para explicar por qué debemos atender a aquellas personas que llegan a nuestro territorio en situación de total precariedad y vulnerabilidad.
Pero más allá de explicar por qué tenemos la obligación de hacerlo, me preocupa el vacío de humanidad que tienen aquellos que son capaces de responder a una crisis humanitaria como la de Ceuta con hostilidad, beligerancia y odio.
No llego a entender cómo hay personas que se escudan en el término “MENA” para vomitar su odio sobre niños y chavales que no han conocido más que sufrimiento y miedo la mayor parte de sus cortas vidas. Me pregunto qué tipo de mierda tienes que tener en la cabeza para considerar a un grupo de críos sin ningún tipo de alternativa una amenaza.
Cómo es posible que no se te parta el alma viendo las imágenes de madres rivalizando para que los voluntarios de la Cruz Roja se lleven a sus bebés, buscando en el extremo de la desesperación una oportunidad para sus hijos.
El conflicto en términos políticos o territoriales no puede arrastrarnos, por una cuestión ideológica o partidista, a abandonar uno de los conceptos que más nos caracterizan como especie: la empatía. La defensa de los derechos humanos y de la dignidad de las personas no puede depender de su lugar de procedencia.