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Los cambios históricos de nuestras Fiestas de San Juan: ¿Por qué bebemos en bota?

Los cambios históricos de nuestras Fiestas de San Juan: ¿Por qué bebemos en bota?

Actualizado 27/06/2021 10:50

Quique García, de la Asociación Cultural Nuestras Fiestas de San Juan, repasa en este artículo algunos acontecimientos que han cambiado aspectos fundamentales de las fiestas sorianas y reflexiona sobre cómo la pandemia y las tendencias sociales podrían influir en las fiestas del futuro.

No es el momento, ni mi intención, debatir cuándo se originaron nuestras centenarias Fiestas de San Juan, de la Madre de Dios o de las Calderas de Soria pero es muy probable que en esos inicios no fuesen muy diferentes al resto de fiestas que celebrasen las poblaciones de alrededor de aquella primitiva aldea, en la que poco a poco se fueron estableciendo las distintas Collaciones que fueron conformando la ciudad de Soria y que fueron el germen de las actuales 12 cuadrillas.

Si algo han tenido de mérito nuestros antepasados ha sido que, si bien en el resto de poblaciones se han dejado perder esa esencia o esas raíces de su fiesta, en Soria a pesar de las embestidas de diversas circunstancias, hemos sabido mantener firme el timón de nuestros usos y costumbres hasta nuestros días y, aunque con cambios más o menos importantes, el sol, el vino y los toros siguen siendo el eje central de los festejos desde el origen a nuestros días.

De la reconocida “trilogía sanjuanera” de sol, vino y toros, el sol puede ser lo único que veamos a salvo en un futuro reciente. Nuestras fiestas son fiestas de día y el sol radiante ha de presidir los festejos. Ni a día de hoy, ni en su historia las fiestas se han visto obligadas, afortunadamente, a prescindir del astro rey.

El vino no parece en principio ser objeto de restricciones, pero no podemos descartar la influencia que pudieron tener en las viñas pasadas enfermedades como la filoxera en el siglo XIX que obligó a arrancar gran parte de las mismas. Todo esto trajo consigo un gran aumento del precio del vino que, según parece, obligó a sustituir los vasitos en los que se repartía el vino en las cuadrillas por las ya tradicionales botas sanjuaneras, que eran alquiladas por las Cuadrillas para tal efecto con la finalidad de ahorrar vino, ya que con la bota evidentemente se bebe menos. A día de hoy el vino parece garantizado, pero no podríamos descartar futuras enfermedades similares en las viñas o incluso, no es descabellado, futuras regulaciones legislativas de la ingesta de alcohol que pudiesen afectar a este elemento sanjuanero.

Por último los toros, que sin duda es el elemento sanjuanero más atacado a lo largo de la historia. Las fiestas de San Juan son indudablemente fiestas taúricas y como tal hay que defenderlas. Así lo hicieron nuestros antepasados. Ya en 1754, se pusieron en jaque tras hacerse público el decreto de Fernando VI que prohibía correr y matar los toros y donde autoridad y Jurados optaron por dejar únicamente como festejos la procesión y la Salve a la Madre de Dios. Años más tarde, los festejos taurinos se recuperaron atendiendo el Real Consejo a las “costumbres inmemoriales” de nuestras fiestas. En 1791, Carlos IV vuelve a arremeter contra los festejos taurinos y “las maromas” al igual que en 1908 lo hizo en Sr. De la Cierva, Ministro de Gobernación fulminando los tradicionales toros enmaromados, aunque se intentasen recuperar años después sin éxito.

A fecha de hoy, el debate taurino es indudable y es seguro que en las próximas décadas iremos viendo cambios legislativos que pondrán en entredicho la línea de flotación de nuestras fiestas. Tampoco podríamos descartar futuras enfermedades en animales que, tal y como sucedió en su día con los caballos obligaron a prescindir de ellos en los encierros presanjuaneros.

Saliendo de la trilogía sanjuanera, no queremos dejar en el olvido determinadas alteraciones recientes de las fiestas que nos vienen a la memoria por motivos de salubridad o seguridad como podrían ser el envasado de las tajadas, la desaparición de bengalas en los desfiles, prohibición de la subasta de la cabeza del toro en los Agés, variaciones en trazado y vallado en La Saca, las exigencias sanitarias en los chiringuitos de las Peñas o en la normativa de tráfico o Medio Ambiente.

No queremos finalizar sin hacer referencia y recuerdo a un elemento simbólico en las fiestas de San Juan que perdíamos hace ya 30 años por enfermedad y que era nuestro querido árbol de la música, testigo del estreno de la inmensa mayoría de nuestras canciones sanjuaneras.

El futuro sin duda es incierto, y veremos cambios en nuestras costumbres sanjuaneras, pero es labor de cada una de las generaciones el dar el testigo de la celebración de las fiestas de San Juan con el menos número posible de modificaciones o alteraciones. Solo así tendremos unas fiestas originales y diferentes al resto de fiestas que nos rodean. Así sea.

Bibliografía:

-Revista de Soria n°85. Exma. Diputación Provincial de Soria.

- Enciclopedia de las Fiestas de Calderas. José A. Martín de Marco.

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