Artículo de Alejandro Ramos.
Ahora que el calor empieza a asomar y cuando por fin empezamos a ver la luz al final del túnel, resulta que el precio del kilovatio/hora está marcando récord histórico, con niveles nunca vistos a estas alturas del año. Y lo mejor de todo, es que la única solución que se le ocurre a este Gobierno, con tan pocas luces, es que cambiemos los hábitos de consumo energético y empecemos a planchar y a poner la lavadora o el lavavajillas a altas horas de la madrugada.
La realidad es que nos encontramos ante un problema muy serio sobre el coste de la electricidad. A día de hoy, España es el país de Europa con el precio de la luz más caro. En parte, esto se debe al elevado importe de tributos y recargos que se le aplican. De hecho, más de la mitad de lo que pagamos en el recibo de la luz son impuestos. De ahí que, con este repunte en la recaudación, a la única a la que se le ha iluminado la mirada durante estos días, ha sido a la ministra de Hacienda.
Ante esta situación, al Gobierno se le ha encendido la bombilla y por fin ha decidido rebajar el IVA del recibo eléctrico y suspender el impuesto a la generación eléctrica. Pero este alivio fiscal viene tarde y tiene letra pequeña. Por un lado, se trata de una medida temporal, pues solo estará vigente hasta final de año. Y, por otro lado, no afectará a todos los hogares y dejará fuera a la inmensa mayoría de las pymes y autónomos.
Además, recordemos que este mismo Gobierno, estando en la oposición, era el que decía que iba a acabar con la pobreza energética y el oligopolio eléctrico cuando la subida era del 4%. Y ahora que, en apenas unos días, se ha disparado más de un 45%, da la impresión que se les han fundido los plomos, y son incapaces de arrojar luz sobre este asunto. Pero ya saben lo que dicen: ¡salimos más fuertes!