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De Justo abre la puerta grande de San Benito 600 días después

De Justo abre la puerta grande de San Benito 600 días después

Actualizado 10/07/2021 23:17

Buena tarde de toros en el coso soriano, con un festejo que satisface a la afición y buen hacer de los diestros.

Los toros volvían a Soria este sábado, 619 días después por la crisis de la pandemia. Y lo hacían con un ambiente como tiene que ser, sol, cartel interesante y astados que daban juego sobre el albero de San Benito. Diego Urdiales, Emilio de Justo y Juan Ortega componían una terna en una excelente tarde, para la que Enrique Ponce había anunciado presencia, si bien el Chiva confirmaba su retirada "por tiempo indefinido" a finales de junio. Ortega sustituía al valenciano.

Toros de Román Sorando, bien presentados en conjunto, denotando cierta nobleza, salvo el que abría plaza. Los tendidos rozaban los tres cuartos de aforo, con gran presencia de riojanos para arropar al diestro que abría cartel.

Diego Urdiales comprendía que con el primero de su lote poco podía hacer. Tradiñoso, negro, con buena presencia no hizo nada por agradar ni al espada ni al respetable, con poca fijeza a los percales, yendo al caballo con la cara alta y tras notar el hierro se iba al relance al peto que hacía guardia. No brindaba en los medios el de Arnedo su labor con la muleta, y aunque con voluntad, veía que era imposible bajar la mano. Una media estocada pasaportaba al manso y después, el público, hacía salir al tercio al matador para reconocer su tesón.

En su tercero, Urdiales saludaba a Imaginado con temple, toda vez que el sorando remataba el tablas tras la salida de toriles aunque en uno de los lances trató de colarse por el izquierdo. En varas, el morlaco cumplía con un encuentro y medio. En el último tercio el riojano, que escucharía el pasodoble 'Zapato de oro', hizo una aseada faena, sin tampoco gran colaboración con su rival, que se paraba, boquicerrrado, en banderillas. Una estocada entera, algo caída, premiaban con oreja la voluntad del matador.

Emilio de Justo llegaba a Soria tras gran actuación en Madrid. Y lo hacía poniéndose delante de Sabido, codicioso en burladero tras pisar el anillo. Como su hermano anterior, susto ante el percal por el izquierdo. Bien a la hora de picar donde el varilarguero le recetaba un largo castigo, pero sin sentirlo, a tenor de su comportamiento frente a la muleta. El cacereño lograba aplaudidas tandas, con ambas manos, y con una excelente serie al natural. El morlaco se echó por su cuenta, aunque después rehacía la embestida. Gran estocada, hasta los gavilanes, que hacía rodar al astado y que se quedaba sin una oreja antes del arrastre.

En su segundo, De Justo se ponía delante de Impostor, negro mulato algo bizco del derecho. Le daba la bienvenida flexionando rodilla y nuevo susto en lance a izquierdas. En el caballo, el cuatreño salía suelto del primer golpe, aunque después ocasionaba la confusión en el peto, casi derribando al caballo, desmontando al del castoreño sin males mayores. Buen comportamiento aquí, denotando blandura de manos, aunque sin caer, y como sus precesores, salvo el primero, romana frente al percherón. Su adjudicatario conseguía bajar la mano en ocasiones, no sin recurrir al pico de la muleta, para tentar la embestida. Faena premiada con dos apéndices, tras hundir el acero de forma certera en buen sitio. Aplausos en el arrastre para el finiquitado.

Mala suerte a espadas para Juan Ortega, que tenía en el primero de su lote, el mejor de la tarde. Y lo comprendió el sevillano con maestría en el capote arrancando aplausos del respetable, y también a la hora de poner en suerte ante el caballo al negro mulato, que recibía dos notables castigos, humillando hasta el punto de pasar por debajo del caballo y deshilachando con susto la lidia por momentos. Recompuestos los compases, el diestro sabía extraía la abundante nobleza de su rival con ambas, manos y sucesivos olés en los tendidos. Mal a espadas, pinchando hueso y un calvario de descabellos que negaron triunfo, con aviso de la autoridad incluido. Aún así, reclamado por el público a saludar desde el tercio, donde recibió ovación.

En el último de la tarde, Ortega iniciaba su faena con bellos lances de percal, rematados a una mano, complaciendo a la grada. Y en los quites, por chiquelinas, tras notable comportamiento de Jornalero en el caballo, el andaluz volvía a entender cómo sacar hondura a su enemigo. Mano bajada y muleta plana, con la sencillez que en muchas ocasiones el toreo niega, los aplausos se prodigaban alrededor. Pero nuevamente, el acero se negó a entrar y tocó hueso, quedándose desnudo a mitad y obligando al descabello. Otro triunfo que finalmente se quedaba en el tiro de mulillas.

Tarde plena de toreo en Soria, con satisfacción en el respetable por el juego y el ambiente, tras casi dos años sin festejos.

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