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Artículo de opinión de Sergio García Cestero, director de Soria Noticias.
La salud mental parece ir posicionándose, poco a poco, en el centro del debate político. Lo hace más por la fuerza de los hechos que por una concienciación sincera de la importancia del problema. Lo hace a golpe de efecto, entre bravuconadas desafortunadas y famosos desnudando su alma para demostrar a los millones de personas que sufren de ansiedad, depresión y todo tipo de trastornos de la conducta que no están solos.
A finales de abril, en este periódico, llevábamos un profundo reportaje sobre los suicidios, la punta de un iceberg que esconde a miles de personas que sufren por diversos motivos. Algunos encontrarán la ayuda profesional adecuada (aunque la sociedad y los sistemas públicos de salud no lo ponen nada fácil), y lograrán las herramientas oportunas para encauzar su vida. Otros optarán por quitarse del medio. "Nadie quiere suicidarse, solo dejar de sufrir", nos decía Luis Ángel Romero, del Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León. Sin embargo, la mayoría continuará con su vida convertida en un infierno, muchos sin llegar incluso a saber lo que les pasa o asumiendo que es normal lo que les ocurre.
Todo esto viene a colación de una noticia de finales de julio. Una de esas con un titular tan rotundo que es imposible no girarse: el suicidio se convierte en la primera causa de muerte entre los jóvenes. En 2019 se quitaron la vida 309 personas entre los 15 y 29 años. La cifra va a ir a peor, pues la pandemia ha disparado las consultas de psiquiatría entre los jóvenes. "Estamos desbordados", nos señalaba Ricardo Martínez, jefe de Psiquiatría del Hospital de Soria.
Otra noticia, prácticamente del mismo día, que ponía el foco de la actualidad en la salud mental: Simone Biles, la atleta estadounidense llamada a ser la estrella de los Juegos Olímpicos de Tokio, se retiraba de varias pruebas para "cuidar mi salud mental". Está claro que los deportistas, que siempre se han presentado como ejemplo de superación, deben estar bien física y mentalmente para poder competir al máximo nivel. Biles se deja varias medallas por el camino, igual que si se hubiera roto un tendón, pero -sin quererlo- manda un ejemplo importante: es mejor parar, pedir ayuda e incluso renunciar a cosas importantes, que fingir que somos de hierro y seguir hasta que todo termine explotando.
Noticias, ejemplos, que ponen la salud mental en el foco. Necesitamos un sistema que acepte que estas cosas son normales, necesitamos una sanidad pública que cuente con un número de profesionales de la salud mental que garantice una atención adecuada. Y necesitamos políticos valientes, como Iñigo Errejón, que, pese a las bravuconadas de algunos que no han entendido que vivimos en el siglo XXI, sigan poniendo el tema en el foco. Y sobre todo, necesitamos que se pueda hablar de depresión y de ansiedad por la calle con normalidad, lejos de la condescendencia, la chanza o la infravaloración del problema.