Artículo de opinión de Alejandro Ramos.
Nada de nada. Lo mismo que en España, pero por Estados Unidos: muchas palabras y ningún hecho. Durante días, el Gobierno ha vendido la gira económica de Sánchez por las Américas como una oportunidad para captar empresas e inversores. Pero desgraciadamente, en lugar de elogiar el atractivo internacional de España, ha causado más sensación, entre la prensa norteamericana, el atractivo físico del presidente. Además, resulta preocupante que haya tenido que cruzar el charco para autodefinirse como “un político que cumple”, cuando de sobra sabemos los españoles, que lo único que cumple es lo contrario de lo que dice.
En clave política y por mucho viaje económico que nos quieran vender desde la Moncloa, llama poderosamente la atención, que siendo la primera vez como presidente de España que visita Estados Unidos, y tras la “Cumbre bilateral de los 29 segundos”, no haya sido capaz de mantener un encuentro con su homólogo en la Casa Blanca, o con cualquier otro miembro de la Administración Biden.
Desde el punto de vista económico, para que las empresas quieran invertir su dinero en nuestro país, es necesario que el Gobierno les trasmita confianza, seriedad, credibilidad y seguridad jurídica. Pero, a día de hoy, solamente les puede ofrecer incertidumbre, indecisión, problemas territoriales y una subida generalizada de impuestos. A esto habría que añadir un Gobierno de coalición, con un partido comunista y de extrema izquierda, que considera al empresario como el enemigo a abatir.
Lo único positivo que se puede extraer de este viaje es que simplemente ha durado tres días. No se puede ir a EE.UU. a la aventura y a ver si cae algo, porque el ridículo internacional que se hace es considerable, y los perjudicados somos todos los españoles.