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Reinventando un verano a marchas cortas

Reinventando un verano a marchas cortas

Actualizado 14/08/2021 21:09

El baile entre desescalada y reescalada está obligando a todos a reeplantearse un verano que apuntaba a ser prácticamente normal, pero se ha quedado por el camino. Los sectores más afectados han tenido que reinventarse o, directamente, cambiar de oficio. No obstante, también los hay que han salido beneficiados de la pandemia del coronavirus.

España pudo volver a lucir sonrisa en exteriores el pasado 26 de junio. El anuncio de Pedro Sánchez del fin de la obligación del uso de la mascarilla en espacios al aire libre, parecía presagiar un verano cercano a la antigua normalidad. Pero el coronavirus ha vuelto a demostrar su fuerza y ha traído una quinta ola que ha multiplicado los contagios saturando la Atención Primaria y con una clara repercusión en el ámbito hospitalario. También ha frenado en seco la desescalada en Castilla y León, que ahora pretende cortar la movilidad de los jóvenes limitando al máximo la actividad nocturna.

Pocos son, aunque también los hay, los que han sacado beneficio del Covid-19. Un ejemplo está en las empresas audiovisuales, que han encontrado en los directos la forma de acercar cultura y formación al gran público.

No han tenido tanta suerte los que sostienen su negocio en el disfrute, entendiéndose este como fiesta y celebración. La mayoría han tenido que reinventarse para sobrevivir. A algunos les ha bastado con darle un giro de tuerca a sus formatos para garantizar el control de aforos y la distancia social, pero otros han tenido que modificar completamente la idiosincrasia de sus negocios.

“Los pueblos están empezando a hacer alguna cosita, es cierto que hay alguna contratación, pero se obliga a que el público permanezca sentado, y esto limita mucho nuestro radio de acción. Además, se nota que tienen miedo de que pueda producirse un rebrote”, apunta Jorge Jiménez, gerente de Festisoria.

Los que se encargaban de poner ritmo y color a la provincia durante los meses cálidos se están llevando la peor parte. Los festivales han perdido su razón de ser: el carácter multitudinario. Ahora, los que resisten el envite, se han visto obligados a repartir las actuaciones entre más jornadas, y “nos ha costado mucho encontrar formaciones internacionales por lo complicado que está viajar”, refiere Víctor Frutos, director de Enclave de Agua.

Las orquestas y discotecas móviles acumulan dos veranos aparcadas. Los gastos y las facturas siguen llegando y, sin ningún ingreso, algunos ya piensan en abandonar el sector porque “la situación es para pegarte cabezazos contra la pared”, señala Rafael Pérez, miembro de la orquesta soriana Nueva Orfeo.

Todo ello sin olvidar las bodas, celebración por excelencia del estío soriano. También dan el verano por perdido ante “un baile de restricciones como el que estamos sufriendo, sin seguros que cubran los imprevistos derivados del Covid y sin ningún tipo de ayuda directa”, lamenta Alberto Benito, gerente de Grumer.

Por último, están los que se consideran los “grandes olvidados de la pandemia”. Los feriantes pararon su actividad cuando se decretó el confinamiento estricto y no entienden por qué “no nos dejan trabajar si somos una actividad que se desarrolla al aire libre, con una posibilidad de control de accesos total y la capacidad de desinfectar después de cada uso”, denuncia Enrique Las Heras, gerente de Carrusel 1900. Considera que las administraciones, los ayuntamientos en particular, deberían “mostrar una mayor sensibilidad con nosotros, aunque seamos pocos”.

M-Audiovisuales

Reinventando un verano a marchas cortas | Imagen 1

Con el Covid hemos aprendido la palabra streaming. Los directos se imponen y hay quien se beneficia de ello.

Las empresas del sector audiovisual han sido unas de las pocas beneficiadas tras la irrupción del Covid-19. M-Audiovisuales, empresa soriana de referencia en el sector, ha sido testigo del importante “cambio de mentalidad” que ha supuesto la pandemia, ante la celebración de todo tipo de eventos. Juan Fernando Martínez, gerente de la empresa, señala que “las limitaciones de aforos para evitar contagios han forzado a buscar fórmulas diferentes a la presencialidad para llegar al público. Congresos, cursos, conciertos, ciclos,... Todo se hace online y vía streaming”.

Para ello, los organizadores cuentan con empresas especializadas, lo que ha permitido a M-Audiovisuales mantener la plantilla habitual. Además, la situación ha promovido una inversión en equipos que “ronda el 50%”, apunta Martínez. Por ejemplo, han duplicado cabinas de streaming y cámaras. Juan Fernando Martínez mira al futuro con optimismo porque considera que “esta nueva manera de concebir los eventos ha venido para quedarse”.

Grumer

Reinventando un verano a marchas cortas | Imagen 2

Bodas, bautizos y comuniones ya no son lo que eran. Se reducen invitados, se come sentado y sin compartir.

Grumer se enfoca en otro tipo de eventos, los que se organizan para celebrar la vida junto a familia y amigos. Para ellos, la pandemia ha supuesto “todo un cambio de filosofía”. Después de sufrir un verano (el de 2020) en el que “se canceló toda la agenda”, este 2021 afrontan meses “de incertidumbre total por la modificación continua de las restricciones”.

Las bodas, plato fuerte para una empresa como Grumer, han pasado de unos 150 comensales de media, a no alcanzar el centenar. Todos los asistentes deben permanecer sentados durante el cóctel y el menú principal, y el servicio debe preparar toda presentación en formato individual. Esto repercute directamente en la plantilla, que ha tenido que incrementarse para “llegar a todo”, explica Alberto Benito, gerente de Grumer. En definitiva, “este 2021 la facturación se ha reducido más de un 50%, pero los gastos (en personal, higiene y seguridad) se han multiplicado”. Todo ello, continúa Benito, “sin recibir ninguna ayuda directa, todo hay que devolverlo”. En el 2022 esperan que “regrese la forma de celebrar que añoramos”.

Enclave de Agua

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Los festivales han tenido que reinventarse por completo para sobrevivir. Nada de multitudes y todos sentados.

El Enclave de Agua, que debió reinventarse en 2020 para seguir vivo, ha mantenido la fórmula en su decimocuarta edición, con dos fines de semana de música negra y un formato con más jornadas, menos conjuntos y aforos limitados. El cambio más doloroso ha sido la renuncia a su escenario habitual, en el Soto Playa, para trasladarse al patio del Instituto Antonio Machado, con un control de accesos más sencillo.

Además de arrebatarle una ubicación excepcional, también ha acabado con su carácter multitudinario. En la última edición normal, 2019, se alcanzó la cifra de 40.000 asistentes. Este 2021 no se han superado las 600 personas por noche, 3.000 asistentes totales.

En 2019, 28 conjuntos participaron en Enclave de Agua, repartidos entre el escenario principal, el escenario San Miguel y las propuestas del Enclave Vermut. Este 2021, han sido 13 los grupos en la capital. Esto ha repercutido en la plantilla. De 200 personas entre producción, técnicos y diversos colaboradores, este 2021 no se han superado las 10 personas, sin contar con los músicos.

Nueva Orfeo

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El Covid ha llevado a la UCI a la última orquesta de la provincia. Sin ensayos, por ahorrar, no se puede actuar.

Las orquestas en Soria están en peligro de extinción. Solo una de ellas resistió la competencia del sector y, hasta el verano de 2019, animaba verbenas dentro y fuera de la geografía provincial. Sobrevivía, pero el coronavirus podría acabar con ella para siempre.

Es la orquesta Nueva Orfeo, con sede en Ágreda. Rafael Pérez, miembro de la formación, asegura que “si en noviembre no vemos un plan definido, colgaremos los instrumentos para siempre”.

La Nueva Orfeo cerraba cada verano entre 30 y 40 actuaciones. Desde la irrupción del Covid-19 “llevamos totalmente parados dos veranos”, señala Pérez. Dos temporadas en blanco y cero ingresos con los que afrontar gastos fijos que no entienden de prórrogas. Pérez explica que “los dos vehículos, por ejemplo, deben seguir pasando la ITV y tenemos que pagar el alquiler de la nave donde se estacionan”. No han recibido ninguna ayuda del Estado, la Junta o cualquier otra administración. Los siete miembros fijos sobreviven porque “todos tenemos otro trabajo que nos permite comer”.

Carrusel 1900

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Los feriantes afrontan el segundo verano en blanco. Los ayuntamientos no cuentan con ellos.

Los feriantes también afrontan su segundo verano parados. Enrique Las Heras es el gerente de Carrusel 1900. Todos los sorianos consideran su tiovivo un auténtico símbolo del verano.

Durante 52 años, Las Heras no ha faltado ni un solo verano en Soria. Primero animaba la feria de San Juan con su atracción de coches de choque y, desde 2004, su carrusel se ubicaba en la Alameda de Cervantes. Su vinculación con la capital era tal que “me compré un piso en Los Pajaritos para vivir bien durante los tres meses de estancia”, afirma. La irrupción del coronavirus les ha “machacado”, pero lo que más les ha dolido es que “las administraciones nos han tratado como ciudadanos de tercera y, como somos pocos, nos han arrinconado”, expresa.

Ha tenido que despedir a dos empleados fijos y no contratar a los dos eventuales que casi eran de la familia. Los tres “de casa” sobreviven con “830 euros mensuales que nos pagan las mutuas”. Lamenta que “los ayuntamientos no nos dejen trabajar cuando nuestra actividad es al aire libre y con accesos totalmente controlables”.

Festisoria

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El ocio nocturno está siendo el sector más afectado por la quinta ola del coronavirus. Prohibido bailar y cantar.

Bailar es, según los expertos, una actividad de alto riesgo ante el contagio. Por ello, quienes se dedican al ocio nocturno han tenido que afrontar una reconversión profunda para sobrevivir.

Festisoria, empresa soriana potente en discotecas y hostelería móvil, ha probado suerte este verano tocando la tecla de los campamentos y ludotecas. Continúan cerrando alguna fecha con los ayuntamientos de la provincia, pero “las actividades están muy limitadas porque el aforo tiene que permanecer sentado en todo momento”, explica Jorge Jiménez, gerente de la empresa.

Los números asustan. “Cada verano hacíamos 200 salidas con las discotecas móviles, 50 con el bar móvil y 100 con los hinchables. Este año no superaremos las 25 fechas”, apunta Jiménez. Los ocho empleos fijos y 30 eventuales se han reducido a dos de cada tipo. “Toda una catástrofe” que ha obligado al gerente a buscar otro empleo con el que “mantener toda la flota, las naves, oficinas...”, señala. Compañeros, amigos y familia han sido “los pilares” para no tirar la toalla y esperar a 2022.

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