La historia de los afganos que se refugian en Soria

Los últimos datos facilitados por el Gobierno de España señalan que Soria acoge, por el momento, a 32 refugiados afganos. Personas que, gracias a la labor de Cruz Roja, Cepaim y Apip Acam (entidades del tercer sector que colaboran con la Junta de Castilla y León y el Gobierno) encontrarán la paz que necesitan para dar sosiego a su espíritu, además de cubrir todas sus necesidades básicas, después de escapar del terror y la represión que ha impuesto el régimen talibán en el país.

Soria Noticias ha podido conocer la historia de parte de este grupo. Son hombres, mujeres y niños (15 de los 32 afganos que han llegado son menores) que han sobrevivido a una auténtica pesadilla. Su experiencia estremece, pero anima a la reflexión, por ello es importante darla a conocer.

Una historia común

Los afganos que ahora llevan el calificativo de refugiados eran hasta hace pocos días ciudadanos normales del país asiático. Desde que una incursión militar liderada por Estados Unidos derrocó a los talibanes en 2001, el trabajo de traductor para distintas instituciones de todos los países con presencia de efectivos en Afganistán era una de las mejores formas de ganarse la vida. Por ello, principalmente los hombres con conocimientos de inglés, escogían esta profesión para sacar adelante a sus familias.

Los afganos que ahora se refugian en Soria colaboraban con la OTAN, el Ejército español o la Guardia Civil. También hay algún caso de personas formadas por el CNI para ejercer como investigadores. El pasado 16 de agosto, cuando los talibanes reconquistaron Kabul, se convirtieron directamente en traidores y toda su existencia se vino abajo.

Durante 21 años, los fundamentalistas islámicos permanecieron en la sombra, en estado latente. Convivían en sociedad vigilando los pasos de sus vecinos y, ahora, tienen toda la información que requieren para cobrarse una venganza que justifican en la religión.

En Soria, todos cuentan que los talibanes han comenzado a marcar las casas de los enemigos del régimen y de sus familias. Señalan los hogares no solo de toda persona que haya colaborado para derrocarlos, también de aquellos que consideran que otra forma de vida es posible: de los que creen que la mujer tiene derecho a caminar con libertad por la calle o de aquellos que creen en un dios distinto al suyo.

Expresan que han presenciado cómo entran con armas en las viviendas de 'los traidores' y, si no tienen pruebas respecto a alguno de ellos, colocan folletos cristianos en el buzón para disponer de un 'argumento' para atacar. Una situación de auténtico terror que les ha obligado, por ejemplo a pasar días encerrados en sótanos racionando la comida para que los más pequeños tuviesen siempre algo que llevarse a la boca.

Desembarco en Soria

Para los colaboradores con España, lo más complicado de su huída de Afganistán fue su entrada al aeropuerto de Kabul. Todos contaban con un salvoconducto de la Embajada española, pero el trayecto, salvando todos los puestos de control de los talibanes, y el acceso al perímetro, con cientos de personas intentando conseguir el mismo objetivo, ponían las fuerzas al límite. Cuentan que los primeros días fue mucho más sencillo, pues los talibanes se dieron cuenta enseguida que esto podría constituir una fuga de cerebros y, en cuando detectaban a una persona con formación universitaria, las cosas se ponían todavía más difíciles.

Los 32 afganos que han llegado a la provincia lo han hecho, literalmente, con lo puesto. Sus pertenencias son ahora mínimas y la mayor parte se las han entregado organizaciones como Cruz Roja después de su llegada a España.

Encoge el corazón ver el miedo a través de los ojos de los menores. Los mayores han conseguido tranquilizarse, pero los niños todavía no son conscientes de su nueva realidad y se mantiene la sensación de que sus padres, en cualquier momento, pueden cogerles del brazo para salir corriendo de nuevo.

Todos manifiestan su gratitud con España y el pueblo español. También con la ciudad de Soria, que ya consideran el lugar idóneo para rehacer sus vidas. Se deshacen en palabras de elogio hacia los que les han ayudado a escapar. Todos se acuerdan de describir la rapidez con la que se les ha sacado del infierno y la seguridad, dentro del caos obvio, que sintieron en el aeropuerto de Kabul.

Necesidades cubiertas

Cruz Roja, Apip Acam y Cepaim se encargarán de cubrir todas las necesidades de los 32 afganos que se refugian en Soria. Les proporcionarán techo, comida, se encargarán de la escolarización de los menores e intentarán que su inclusión sea total en la sociedad.

En pocos días deberán declarar ante la Policía Nacional para ser considerados solicitantes de protección internacional y acceder, después, a ella y a los derechos que conlleva.

Su mayor preocupación ahora mismo es vivir y estar tranquilos, aunque la mayoría no pueden olvidar lo que han dejado atrás. Sus raíces han quedado en Afganistán, y también parte de sus familias. Hay casos de hermanos o parientes directos que han conseguido colarse en un avión y ahora están en EEUU. Deberán tener paciencia hasta conseguir localizarse y, en un futuro, quizás puedan reencontrarse.

De las pocas peticiones que se han hecho llama la atención una de ellas: acceso a internet para comprobar si un hermano sigue vivo, pues esperaba una oportunidad a las puertas del aeropuerto cuando el Estado Islámico decidió aprovechar la incertidumbre para generar más pánico con un atentado que ha costado la vida a más de 170 personas.

Mensaje decisivo

Los afganos que ahora son vecinos de Soria quieren que un mensaje traspase fronteras. "Los talibanes no son islámicos ni musulmanes, son terroristas". Además, insisten, no han evolucionado ni cambiado absolutamente en nada, son los mismos que hace 20 años y en los medios solo buscan su blanqueamiento a nivel internacional.