Natural de Cigudosa, fue fusilado cuando huía tras ser detenido durante la Guerra Civil, en 1936.
Pedro Izquierdo Lasanta nació en Cigudosa (Soria) el 22 de febrero de 1907. Estaba casado con María Antonia Zamora Gómez, maestra nacional, que falleció a los pocos días de dar a luz a su hija: Ascensión Izquierdo Zamora, quien con 89 años trata de encontrar los restos de su padre.
Electricista de profesión, Pedro trabajaba en su pueblo y en los municipios circundantes. Gran parte de su trabajo lo dedicaba a poner en funcionamiento los transformadores que se estaban comenzando a instalar; de hecho, en el momento de su detención estaba trabajando en la Central Eléctrica de La Poveda (Soria). En algunas ocasiones también trabajaba como albañil. Era apodado "El Manquillo" debido a que tuvo un accidente de caza en su juventud que le arrasó la mano. Decían de él que era un buen muchacho y gran trabajador.
Lo detuvieron el 13 de septiembre de 1936 debido a la denuncia de un vecino de Cigudosa por motivos que podrían ir desde celos o rencillas, hasta su tendencia política, pues tenía ideales políticos liberales.
La detención se produjo en el pueblo de Rebollar, porque Pedro se encontraba allí escondido en la casa de Cipriano Sanz. Por entonces se celebraban las fiestas del pueblo y muchos vecinos se encontraban preparando la plaza cuando llegaron varios coches de la Guardia Civil. Rápidamente avisaron a Cipriano y a Pedro. El primero, al ser conocedor del pueblo, pudo escapar, pero Pedro no tuvo la misma suerte y fue detenido.
Iba en el furgón que le trasladaba a prisión cuando intentó escapar. Lo fusilaron en un lugar cercano al pueblo de Renieblas cuando huía. En el momento del asesinato pasaba por el lugar un hombre montado a caballo, de identidad desconocida, que recriminó la actuación de los agentes. El honrado comportamiento de este hombre le costó la vida, pues le dispararon en el mismo lugar. Hay indicios de que la identidad de esta segunda víctima podría ser un antiguo molinero de Chavaler.
Tras el asesinato, el entonces alcalde de Renieblas solicitó la inhumación de los cuerpos de estos hombres en el cementerio de la localidad, pero no lo consiguió. Entonces ofreció un terreno de su propiedad para que pudieran enterrarlos, como así fue.