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La joven excepción

La joven excepción

Actualizado 31/10/2021 07:57

Jorge Conte García es un físico de 35 años que decidió dejar la gran urbe de Madrid para poner en marcha una granja ecológica a las afueras de Noviercas, en Soria. Cuatro años después, el soriano cuenta con 45 vacas, la gran mayoría de raza autóctona.

“Buenos días bonita, buenos días”. Con esta frase, Jorge Conte García (17 de enero 1986, Soria) saluda cada mañana a sus vacas, las cuales le responden como si de una conversación normal se tratara. Acompañado de su perro pastor, Unai, y una camioneta gris Ford Nugget, el joven ganadero se levanta cada día con la ilusión de vivir en el campo a través de la ganadería extensiva y sostenible.

La vida de Jorge siempre había estado ligada al campo. A pesar de que ahora reside en Noviercas, se crio en otro municipio de la provincia soriana, Montuenga de Soria, lo que le hizo tener siempre la inquietud de vivir de mayor en un pueblo. Él afirma que, viviendo en Madrid, siempre le daba “el runrún” en la cabeza de acabar viviendo en un pueblo. “Empiezas a mirar, mi madre es de aquí, entonces tienes cierto arraigo, ciertas posibilidades, alguna tierra, alguna cosa y dices: ‘pues a Noviercas que me voy’”, añade el soriano.

Pero antes de ser ganadero, Jorge se licenció en Física por la Universidad Complutense de Madrid, y realizó, entre los 20 y 30 años, varias investigaciones en dicha universidad. La inestabilidad de esa vida laboral hizo que se cansara de ella. Según él, “por mucho que fuera investigador y tuviera el trabajo ideal para alguien que haya estudiado físicas, no dejaba de tener un trabajo precario, en el que iba enganchando contratos temporales”. Todo ello, además del costoso nivel de vida de la urbe, provocó que decidiera dar un gran cambio en su vida. De hecho, defiende la idea de que hoy en día se vive mucho mejor en los pueblos que en las ciudades.

Una de las cosas que más valora Jorge de la vida en el pueblo es lo económico que resulta vivir allí. No se considera una persona muy materialista, y cree que, con los 1.500 € de sueldo que cobraba en Madrid, en el pueblo se puede llegar a ser “capitán general”. Los gastos son menores y el precio de la vivienda es mucho más barato en los pueblos, algo que para él es fundamental.

Cuando Jorge decidió irse a Noviercas, su familia no se lo tomó bien. Él tiene antepasados ganaderos y agricultores, y sabían de la dureza de vivir por y para el campo. A pesar de ello, siguió con su plan, el cual también lleva su parte investigadora, la ganadería regenerativa de manejo holístico, y comienzan al apoyarlo al ver que puede tener un futuro y, sobre todo, viabilidad económica a largo plazo.

Comenzó con la ganadería extensiva porcina, con cuatro cerdos que compró con sus amigos, aunque hubo numerosos obstáculos por parte de la Junta de Castilla y León. Once inspecciones en tres años sirvieron para que Jorge se decantara por otro tipo de ganadería extensiva, la vacuna. Un tipo de ganadería que apoyaba Europa y que le causaría menores problemas y más ayudas, en especial económicas. Lo que empezó con cuatro cerdos ha acabado en 45 vacas, dos bueyes, un toro y numerosas gallinas, siendo la vaca su principal producto. Su plan es poder criar más terneras a partir de las que ya tiene, con el fin de aumentar el conglomerado bovino.

Hoy en día, cuenta con 180 hectáreas para que su ganado pueda pastar y estar cómodo a lo largo de la explanada con los molinos eólicos de fondo. Esta gran superficie proviene de una concesión por parte del Ayuntamiento de Noviercas. Un terreno que forma parte de un campo de 600 hectáreas, y que era utilizado por el pueblo, en especial para las ovejas de la localidad. A pesar de ello, se pudo llegar a un consenso, algo que Jorge valora mucho e hizo posible que pudiera contar con esa gran pradera. Además, cuenta allí con una gran nave y una pequeña casa, en la que, según él, “los ganaderos de ahora no tienen por qué dormir ahí, pero por el morbo, yo me quedo alguna noche”.

Un aspecto que este ganadero valora mucho es la relación y el apoyo por parte de los aldeanos de Noviercas. Asentado en la casa de sus abuelos, afirma que la gente le ha ayudado en todo lo que necesitaba, aportándole incluso infraestructuras, como por ejemplo un corral para guardar a los cerdos en sus comienzos. Según él, al principio creía que “me veían como: ‘mira el chavalillo, qué majo con sus cerdos, a ver cuánto aguanta’”. De hecho, la gente se ha sorprendido de lo mucho que está aguantando en el campo, incluso afirma que un vecino le dijo que “estaba tapando muchas bocas”.

Uno de los elementos clave de su éxito ha sido la amabilidad y su buen hacer, algo que le ha llevado a ser una figura querida dentro del pueblo, al que le tiene también un cariño especial. Muchas veces baja al bar a tomarse un café, y siempre se queda hablando con algún vecino de cualquier asunto que surja. Él ve que allí las relaciones son más cercanas en comparación a la ciudad, y eso es algo que le encanta.

Es cierto que a veces es considerado un poco extraño por sus métodos como ganadero. No son los más tradicionales, ya que es propenso a introducir novedades tecnológicas para hacer más efectivo su trabajo. Por ejemplo, tiene un pastor eléctrico, que consiste en acordonar la zona donde deben de estar el ganado y electrificar los cables, con el fin de evitar que las vacas sobrepasen el límite o accedan a la hierba que necesita regenerarse. También tiene WiFi dentro de la granja y, gracias a los vídeos tutoriales de YouTube, construye vallas y un paso canadiense que está por terminar. Se considera como el e-pastor de Noviercas.

Otra faceta que destacar de Jorge es su polivalencia. Él afirma que es ganadero, pero también lleva la cuenta de Instagram de su granja y construye las infraestructuras que ve necesarias para su ganado. Esto hace que no tenga ahora una rutina clara en su día a día, y les dedique a ciertos asuntos más tiempo cuando sea necesario.

Pero si hay que recalcar una capacidad de Jorge es su talento para hablar con su ganado. Acuña un nombre a cada animal, ya sea por su forma de ser o por su apariencia, y muchas veces, cuando se refiere a una, ésta le muge, haciendo ver que le está entendiendo. Siempre las distingue, aunque a veces es incapaz, por lo que también sabe diferenciarlas por el número que llevan en sus orejas, el equivalente a nuestro DNI.

A pesar de que él está muy ocupado con la granja, no le obstaculiza para tener más proyectos en mente. Con unos amigos, tiene una casa rural en Noviercas, la misma vivienda en la que vivió Gustavo Adolfo Bécquer. Además, participa en asuntos culturales del pueblo, algo parecido a su vida universitaria, puesto que organizaba eventos de circo cuando estudiaba en Madrid.

Ahora Jorge vive una vida feliz, y, aunque le ofrecieran el oro y la plata, él no tiene en mente volver a la ciudad. Su sitio ahora está allí, en Noviercas. Él es la joven excepción que vuelve al pueblo, a su casa.

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