En el Casino, Romera intenta vender centenas de artículos de coleccionismo. También compra y asesora a quien necesita una valoración experta. Asegura que lo suyo es "devoción", porque "el coleccionismo va a menos".
'No lo sé Rick, parece falso'. La frase del programa 'La casa de empeños' es uno de los memes más destacados a nivel internacional y se repite cada domingo en el Casino Amistad Numancia, ubicado en pleno corazón de la capital soriana. Es el día elegido por la Asociación Filatélica y Numismática Soriana para intentar dar salida a sus tesoros y sacar rendimiento económico a su afición.
Rafael Romera, portavoz de esta Asociación, es el único que resiste. En el centro de una sala donde algunos sorianos comparten partida de cartas o de ajedrez, él expone en una amplia mesa objetos que colecciona desde los años 80.
Las monedas, los billetes y los sellos son los más habituales, pero también se pueden ver postales sorianas de hace décadas, libros antiguos, carteles de las películas que hicieron época hace 70 años o, incluso, condecoraciones y medallas que recibieron sorianos ilustres.
Intenta vender todos ellos, esfuerzo que no siempre se ve recompensado, pues "hoy he vendido una moneda por 50 euros y creo que será la única operación que cierre", expresa con resignación. También compra y "presto asesoramiento a los que necesitan ayuda respecto a alguna pieza que, por ejemplo, han heredado", explica Romera.
Llama la atención que los tesoros expuestos reciben poca atención. Rafael Romera explica que "en Soria se ha perdido casi completamente el interés por el coleccionismo". Los jóvenes no encuentran ya atractivo el reunir y acumular piezas con la ilusión de que se revaloricen con el paso de los años, y los esfuerzos de la Asociación por generar cantera no han servido de mucho.
"Antes íbamos a los colegios a intentar que se les encendiese la chispa, pero ahora parece que nos hemos dado por vencidos", reconoce Romera, que no obstante, guarda debajo de su mesa una bolsa con sellos para "regalar a algún pequeño si se acerca por aquí".
Romera lleva haciendo parada en el Casino 42 años. Durante todo este tiempo ha ganado experiencia y conocimientos, además de ampliar su colección recorriendo las subastas del país y tentando a particulares. Ahora, y es por esto por lo que le comparamos con el protagonista del programa norteamericano 'La casa de empeños', no hay detalle que se escape a sus avezados ojos.
En alguna ocasión intentan colarle gato por liebre, pero consigue sacar los colores al responsable de la tentativa de engaño. "Hoy mismo han intentado venderme unas monedas de 5 pesetas de Alfonso XII que, en realidad, se fabricaron antes de ayer", cuenta con todo el humor del mundo.
Rafael Romera considera que las falsificaciones están detrás de la pérdida de interés por el coleccionismo. También acusa a internet, pues "muchos ponen precios desorbitados a cosas que valen mucho menos, y luego la gente se piensa que somos nosotros los que queremos engañarles", critica.
A pesar de todas las piedras en el camino Romera seguirá invirtiendo las mañanas de los domingos en una afición que es más una "devoción". Cuenta que lo hará a pesar de que esta temporada choca con otra de sus grandes pasiones: "Ahora mismo está jugando mi Numancia y tengo que tener guardado en el bolsillo de la camisa mi abono", refiere.
Sus manos nunca se pierden entre la maraña de tesoros que expone. Rápidamente localiza los denarios romanos, pequeñas monedas por las que guarda especial cariño por "ser las más antiguas y especiales".
Señala que actualmente lo que más se demanda son las tarjetas, postales y libros antiguos. "Se buscan las que enseñan imágenes de la capital y la provincia, quizás para comprobar cómo han cambiado los rincones más fotografiados durante años", explica Romera.
Pero hay unas piezas que el portavoz de la Asociación Filatélica y Numismática Soriana enseña con otro tono. Son las medallas y condecoraciones. Las tiene de muchos tipos y no solo militares, también hay algunas en reconocimiento a los méritos en el trabajo. Romera no comprende del todo por qué las familias deciden desprenderse de objetos con tanto valor sentimental. "Todo es una cuestión personal, pero seguro que al abuelo le hacía ilusión este objeto", expresa.
Rafael Romera no se considera rico (aunque sin duda lo es) y sueña con que sus descendientes sepan darle valor a todo este montón de recuerdos.