Quintanilla de Tres Barrios, balconada al horizonte

mplias panorámicas. Paisajes contrastados. Un camino por andar.

Erguido sobre terreno contemplativo, a la lontananza de la ribera del Duero por el alto de Cerrovilloso (Cerro Velloso en siglos pasados) que separa el término con la villa de San Esteban de Gormaz. A tiro de piedra de la Atalaya, torre que rezuma historia, tradición y vías de comunicación. Faro vigía anclado en el tiempo, deleite para la templanza del espacio sideral. Sita en un entorno privilegiado del término, desde donde las distancias en el horizonte se dilatan en lo etéreo e imantan magnitud por los cuatro puntos cardinales. Por aquí transcurre un ramal de la Cañada Real que se hace apacible al caminar y muestra conectividad con el paisaje. En el trayecto, a la vera de encinas, estepas y enebros, se abren ventanales por los que se vislumbra la inmensa mole de la fortaleza de Gormaz o la dilatada extensión de flor de manzanos de la Rasa. Un placer para los sentidos. Pausado transcurrir en el espacio que cubre la distancia equidistante entre lo bucólico y lo testimonial de veredas pastoriles. Recorrido que desemboca en la Calzada romana de Antonino que en lo remoto de los tiempos unía Clunia con Uxama.

Sigue la cañada por vericuetos perdidos entre chaparros y terrenos abruptos con nombres propios. Las Chorreras, paraje con atractivo peculiar sobre el morro de un terreno de lenguas como crestas. Quizá otrora conocidas como las Muelas de Bernabé, al pie de la Cordillera del Cuento de las Muelas de herrero, en los aledaños de Valdecastilla, punto culminante del término con sus 1.024 metros de altitud. A ojo avizor, desde el balcón de este epicentro se vislumbra una inmensa panorámica que se introduce en la profundidad de provincias colindantes. Contrastes paisajísticos que plasman lienzos de naturaleza abrupta hasta la médula.

Quintanilla de Tres Barrios, abierto al horizonte. Mirador, ventanal, galería de paisajes contemplativos desde latitudes y altitudes diversas: el alto del Val, el portillo del Monte, el alto de Rivamayor, los Quemados, el alto de la bandera, la casa del monte, el Salegar, en las inmediaciones (atril panorámico y espacio etnológico pastoril), el alto de las Eras, en las inmediaciones (atril panorámico), la Torrecilla, el portillo de Matanza... Todo el término es púlpito de evocaciones, y percepciones para loar la cadencia del paisaje en el transcurrir del tiempo infinito que espolean los sentidos.

Horizontes que se tiñen de tonalidades electrizantes en lánguidos atardeceres con sus destellos de torrentes de luz amasada de colores arco irisados para deleite del espectador. Obra majestuosa de la naturaleza, explosión de sensaciones y emociones que ofrece como espectáculo la vigorosa despedida del ocaso.

Un camino por andar. Espacio idóneo abierto a la práctica del senderismo, de rutas en bicicleta, para amantes de la naturaleza, del arte de la pintura y la fotografía.