Adelantadas, en solitario y en plena crisis del Covid, el 13 de febrero Castilla y León vota en unas elecciones autonómicas históricas. Vox se perfila como la llave tras el descalabro de un vilipendiado Ciudadanos. El PP roza la mayoría absoluta y la España Vaciada mide su poder como una amalgama desconcertante. Pero ¿de qué se hablará esta campaña? O, mejor dicho, ¿de qué se debería hablar esta campaña?
Aunque no tengan el glamour de unas generales ni la cercanía de unas municipales, las elecciones autonómicas influyen directamente en muchos más aspectos de la vida de los ciudadanos de los que pensamos. Nunca unos comicios a las Cortes de Castilla y León tuvieron tanto foco mediático, porque nunca se celebraron en solitario tal y como ocurrirá este 13 de febrero. Por ello y, por qué no decirlo, porque esta comunidad siempre ha sido considerada ‘de tercera’ a nivel nacional y porque a nivel interno el desarraigo hacia las instituciones autonómicas y hacia la propia comunidad es más que patente en muchas de las provincias.
Pero la descentralización de España nos ha traído hasta un punto donde el ejecutivo autonómico es el responsable de asuntos tan variopintos pero importantes como la atracción de empresas, el cuidado y la gestión del medio ambiente, la explotación del turismo o el desarrollo de la ganadería y la agricultura. Dejo para el final lo más importante. Los gobiernos autonómicos son los responsables de gestionar, y por tanto de garantizar que se ofrecen con una calidad adecuada, los servicios públicos esenciales: Sanidad, educación y, cada vez más, dependencia.
Son precisamente los dos pilares básicos del estado de bienestar, la sanidad y la educación, el yin y el yang del partido en el poder. El Partido Popular lleva 35 gobernando en Castilla y León y tanto mérito tienen en haber logrado implantar una de los mejores sistemas educativos del país (siempre en los puestos más altos del informe PISA y con centros abiertos con solo 3 alumnos) como culpa por la descomposición y las desigualdades de nuestro sistema sanitario (ineficiencia de la sanidad rural, escasez de profesionales, listas de espera o tener a 4 de las únicas 8 provincias sin radioterapia de España son algunos de sus debes).
Hay otras dos realidades que afectan de lleno a este proceso electoral: la regeneración democrática y la despoblación. Desde que comenzó este siglo (año 2.001) la comunidad ha perdido más de 96.000 habitantes (el 3.9% de su censo), mientras el conjunto de España ganaba más de 6 millones de personas (un 15%). Unos datos que se hacen aun mucho más duros si se analizan provincia a provincia. Solo 2 provincias crecen sustancialmente (Valladolid y Segovia más de un 4%), mientras 4 sufren una auténtica sangría. Salamanca ha perdido el 6.5% de su población en estos 21 años, León el 9,5%, Palencia más del 10% y encabeza la lista Zamora con un 16,6% menos de población que cuando empezó el siglo. Otras provincias están en una situación tan límite de población que apenas pueden perder gente. Es el caso de la provincia de Soria, la más despoblada de España, que se ha asentado ya en el ‘lado feo’ de los 90.000 habitantes.
La regeneración necesaria en cualquier sitio donde lleven mandando los mismos 35 años no terminó de llegar con el gobierno de coalición. Ni se cerraron chiringuitos ni Ciudadanos fue capaz de sacar adelante la mayoría de sus grandes propuestas regeneradoras antes de que Mañueco ajusticiara el pacto. 3 grandes casos judiciales acechan al PP en esta campaña, aunque los populares parecen estarlos sorteando con éxito, al menos por ahora. Uno afecta directamente a la llegada del propio Mañueco a la presidencia de su partido y los otros dos tienen que ver con supuestas tramas de corrupción de los anteriores gobiernos del PP donde se investigan supuestos casos de tráfico de influencia, prevaricación y un delito continuado de malversación de caudales (caso Perla Negra) e irregularidades en la concesión de licencias para la instalación de molinos de vientos ( Trama Eólica).
Cuando todo indicaba que la prestación de servicios, y en concreto la sanidad, en mundo rural deberían centrar el debate, las macrogranjas y el sistema ganadero han centrado las primeras confrontaciones por obra y gracia del ministro Garzón. Se trata de un tema más complejo y menos pintoresco de lo que lo venden los medios nacionales. La globalización, la estricta regulación medioambiental y el sacrificio diario que requiere la ganadería tradicional han provocado la inviabilidad del sistema ganadero tradicional de Castilla y León. La alternativa son grandes explotaciones masivas cuyo impacto medioambiental y capacidad para generar riqueza en el territorio están más que cuestionado. Nadie quiere una macrogranja en su pueblo, pero todos queremos un filete barato en el super. Una encrucijada compleja para una campaña apasionante.