¿Y si no hablamos de Castilla y León?

Si hay alguien que todavía espera algo de todo esto, tal vez se deje caer por aquí para conocer mi análisis de las próximas elecciones de Castilla y León. Quizá esperando un amigable consejo a la Soria ¡Ya! para que pelee con todas sus fuerzas, para evitar pervertir su fondo y su mensaje en una campaña electoral donde es fácil pasarse de frenada. Tal vez le apetezca observar mi desgarradora desesperación al ver cómo se debate sobre quién tiene más ganas de tener los consultorios abiertos, y no sobre cómo es posible garantizarlo y qué significa una sanidad rural de calidad. A lo mejor, los más cafeteros, quieren regodearse en la pregunta puñetera: ¿Por qué la PPSO hace dos años y medio se presentó a estas mismas elecciones, haciendo suyo el programa de la Plataforma Soria ¡Ya! y ofreciendo los puestos de salida a los miembros de esta; y, ahora, que la Soria ¡Ya! decide presentarse, va y pide el voto para el Partido Popular?

Pero no, en este último lunes de enero a uno le apetece más hablar de Nadal que de Tudanca, fíjese por donde. Uno ve con más inquietud la escalada entre Rusia y la OTAN, que el enfrentamiento verbal entre Vox y el PP por ver quién es más puro. Y si eso pilla muy lejos, aquí, a orillas del Duero, algo de lo que uno tiene ganas es de gritar San Juan Ya. Así que me va a permitir desviarme un poco del tema. Si usted quiere información electoral, en las primeras cinco páginas de nuestro periódico en papel tiene una buena muestra. Y si quiere más, la cobertura electoral que hay en la web www.sorianoticias.com está capacitada para saturar al más insaciable de los fans de la política. Permítame un único consejo. Lea, compare, piense, no se deje engañar ni manipular por nadie, y el 13 de febrero vaya alegre a votar por quién usted considere que puede hacer más por esta tierra.

Y, ahora sí, vamos con Rafa. Qué manera tiene de enganchar este hombre, como si a través de él todos nos convenciéramos de que, sin tener las mejores cualidades, uno puede llegar a ser el mejor en lo suyo a base de trabajo duro, esfuerzo constante y sufrimiento desorbitado. La victoria de Nadal en Melbourne (que le sitúa como mejor tenista de la historia) nos demuestra que nada es definitivo hasta que se acaba. O, como se diría en castizo, que ‘hasta el rabo, todo es toro’. Porque un 2 a 0 en la final de un Grand Slam, si no se acaba confirmando, te vale lo mismo que unas encuestas que te sitúan al borde de la mayoría absoluta.

Las brabuconadas de Putin nos enseñan que una pelea a ver quién la tiene más grande (la potencia armamentística, claro), puede acabar en un gran fiasco, y que se gana más con palabras y negociación que con insultos y pulsitos. El Benidorm Fest nos recuerda la cara de Tudanca en 2019, cuando descubrió que los votos de la gente no lo son todo, y las ganas que tenemos de San Juan son la mejor muestra de que, al final, solo nos queda esperar y confiar en que todo salga bien. Oremos.