Toca cambio

En las últimas elecciones autonómicas la voz de la ciudadanía se escuchó de forma clara y rotunda: Castilla y León necesitaba un cambio. Es lo que se interpreta de la victoria del PSOE como partido más votado y con mayor número de procuradores, pero también con el apoyo que obtuvo Ciudadanos, que reiteró hasta la saciedad como principal bandera de su campaña que venían a “regenerar la política” y a traer el cambio a nuestra tierra.

En aquel momento Ciudadanos traicionó la palabra dada de la forma más bochornosa posible, otorgando la presidencia a Mañueco en un pacto que vendría firmado desde Madrid con el PP. Pronto hicieron buenas migas en el gobierno de la Junta, o eso es lo que nos contaron hasta que se les ha visto el plumero recientemente cuando partieron peras a cuenta de un adelanto electoral flagrantemente irresponsable.

En cualquier caso, la palabra de PP y de Ciudadanos no tiene ningún valor. El PP lleva lustros prometiendo que van a arreglar todo aquello que ellos mismos se han cargado en estos años, mientras que ciudadanos está pagando con su desaparición aquella falta de escrúpulos, entre otras cosas.

El PSOE es el único partido que, pese a estar prácticamente desde siempre en la oposición, lleva muchos años proponiendo leyes, reformas y consensos trascendentales para Castilla y León, fundamentales para evitar nuestra sangría demográfica y tener esperanza de futuro. Únicamente ha encontrado el voto en contra y la traición del PP como moneda a todo el trabajo y el apoyo responsable ofrecido en las Cortes.

Por eso mismo, la única alternativa real de cambio en la Junta de Castilla y León es el PSOE, sobre todo para cualquier persona progresista. No consigo entender cómo alguien que se considere de izquierdas o que simplemente aborrezca la naftalina y la sombra de corrupción que pesa sobre el PP, entregue su voto a cualquier otra formación que no se plante firmemente asegurando que nunca pactará con el PP de Mañueco, especialmente si su próxima pareja de baile va a ser la ultraderecha.