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Teodoro de Miguel, memoria viva de San Leonardo y su Paloteo

Teodoro de Miguel, memoria viva de San Leonardo y su Paloteo

“Mágicas y celtíberas”, las Danzas del Paloteo han servido para forjar, a través de los siglos, la identidad de San Leonardo de Yagüe. A día de hoy siguen vivas gracias, entre otros, a Teodoro de Miguel. Su esfuerzo investigador y su infatigable labor de cronista resultan impagables.

San Leonardo de Yagüe puede presumir de mantener vivo un ritual que hunde sus raíces en la época celtíbera. Las Danzas del Paloteo forman parte de la identidad del municipio y, aunque en la actualidad parecen ligadas a la festividad de Las Candelas y San Blas, constituyen un acto popular, con origen pagano y custodiado gracias al esfuerzo de los vecinos.

Teodoro de Miguel es ejemplo de ello. Este vecino supone todo un regalo para su pueblo, pues su pasión por lo propio le convierte en memoria viva de su tierra. Su esfuerzo investigador y su infatigable labor como cronista resultan un tesoro que merece la pena conocer.

La habitación verde

Entrar en su lugar de trabajo es una experiencia. Una habitación verde se intuye detrás de varias estanterías, donde se almacenan centenares de cintas VHS y algunos DVDs. En ellos se almacena el pasado reciente de San Leonardo de Yagüe, pues de Miguel ha dedicado la mayor parte de su vida a registrar con una cámara el devenir de la localidad.

Robaba algo de tiempo a su trabajo (primero en el campo, después en Norma y, por último, en su propia tienda de electrodomésticos) para aprender, por su cuenta, el arte audiovisual.

Teodoro de Miguel, memoria viva de San Leonardo y su Paloteo | Imagen 1

Consiguió el título de operador de cine y fotografía, y recuerda los comienzos cuando todavía el cine era mudo y se grababa en películas de 8mm. “Estaba al día en todo y, en 1979, cuando salió la primera cámara que permitía registrar sonido e imagen me la compré”, cuenta con satisfacción. Un avance tecnológico que pesaba 40 kilogramos y le costó 480.000 pesetas de una época en la que “me hice con una casa vieja por 80.000”.

Ahora, con 88 años, sorprende comprobar cómo la tecnología sigue sin tener secretos para Teodoro de Miguel. Maneja con destreza sus cuatro ordenadores (explica que cada uno de ellos le permite unas funciones), tiene un canal de Youtube y no le tiembla la voz al referirse a términos que pueden sonar a chino para el común de los mortales.

Es un placer escucharle hablar y, más aún, cuando lo hace sobre ese tesoro que son las Danzas del Paloteo. Bailes que, no solo han quedado registrados para la posteridad, sino que se conocen mejor gracias a su labor investigadora.

Orgullo de un pueblo

Teodoro de Miguel explica que siete de las once danzas tienen reminiscencias celtibéricas porque “recuerdan los ritos guerreros que nuestros antepasados ofrecían a sus Dioses para que los malos espíritus (adversos a la ganadería, bosques y labrantíos), huyeran”. Las cuatro restantes “fueron importadas gracias a un intercambio cultural”, a ello sirvieron los carreteros y sus viajes Duero abajo, por las provincias de Palencia, Valladolid, León, Zamora y Salamanca”, añade.

Teodoro de Miguel, memoria viva de San Leonardo y su Paloteo | Imagen 2

Con el paso de los años, la evolución no solo afectó al cambio de las espadas por los actuales palos. Fue un cortesano quien decidió renovar la vestimenta pastoril originaria e imponer la actual goyesca. También se modificó la ubicación, pues antiguamente las danzas se ejecutaban en el campo, cantadas por las bellas mozas serranas, al son de dulzaina y tamboril. Además, inicialmente se ofrecían en honor de la Virgen del Rosario (7 de octubre), pero se trasladaron a los días 2 y 3 de febrero para contar con la presencia de todos los carreteros.

Danzas únicas

Continúa Teodoro su clase magistral refiriendo que cada una de las once danzas dispone de su propia letra y música. Se diferencian entre sí “por el ritmo, pasos, variante de los danzantes y sus giros, acosos, huidas y ataques; y por los objetos que utilizan y entrechocan”. Pues además de palos se pueden ver castañuelas y corbeteras.

Teodoro de Miguel, memoria viva de San Leonardo y su Paloteo | Imagen 3

El grupo lo forman ocho danzantes, dos “bufones o bobos”, dos abanderados, un gaitero (a veces dos) y un tamborilero. Cada danzante recibe su palo (puesto en el grupo) por herencia y lo cede (“cuando la edad o la condición obligan”)en favor de familiares o amigos.

El resurgir de un rito

Teodoro de Miguel cuenta, con orgullo, cómo fueron los vecinos de San Leonardo los que recuperaron un rito que se había perdido por la despoblación. “El año 1909 se dejó de bailar en San Leonardo por la fuerte emigración de los jóvenes del pueblo a América en busca de trabajo”, señala. Un hasta luego que concluyó entre los años 1929 y 1930, cuando las Danzas del Paloteo fueron recuperadas por un grupo de jóvenes de la localidad.

Grupo de jóvenes que recuperaron las Danzas del Paloteo. /María Ferrer

Hubo algún cura (“Santiago Izquierdo”, recuerda Teodoro) que intentó sacar los instrumentos de la iglesia, otros aspiraron a acabar con los bailes en la procesión, pero les fue imposible. Solo la Guerra Civil y el coronavirus (2021) consiguieron suspender un acto que es sagrado en el municipio.

Teodoro pertenece a una familia en la que “todos hemos sido danzantes”. Él aprendió de su padre “todas las danzas y todos los palos” y, con los años, se convirtió en maestro de las nuevas generaciones.

Expresa que danzar “es complicado y debes estar muy atento para no perder la precisión que requiere”, pero considera que la mayor lección es que “el ser danzante es un honor, y esto se debe sentir y expresar danzando con seriedad y respeto”.

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