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Fidel Mateo García cuelga el uniforme azul de policía local

Fidel Mateo García cuelga el uniforme azul de policía local

Actualizado 10/02/2022 20:44
Sandra Guijarro Galán

Tras 36 años velando por la seguridad ciudadana, el burgense se jubila un día después de su cumpleaños. Lo hace rodeado de amigos y seres queridos. Recuerda sus inicios y menciona alguna anécdota destacando la importancia de la labor humana

Hace apenas siete días celebraba su cumpleaños dándole vueltas a qué le iba a deparar el futuro. Es lo que ocurre cuando llevas 36 años dedicándote, con pasión, a una profesión que te ha llenado y a la que te dedicaste desde sus inicios. Un día después a su aniversario dejó de trabajar como Policía Local de El Burgo de Osma tras una jubilación que no se planteó hasta un mes y medio antes de hacerlo. “Tantos años como policía local dejan mucha mella, más en el pueblo que te vio nacer”, afirma Fidel Mateo García, que ha ejercido su labor desde los años 80, cuando la seguridad ciudadana comenzó a funcionar en la localidad.

Desde sus comienzos, recuerda, allá por el año 1986, estando de alcalde Javier Gómez, hasta nuestros días, la policía se ha profesionalizado. “En aquellos momentos hacíamos un poco de todo, no sólo de policía. Íbamos con la ambulancia cuando alguien se ponía malo, actuábamos como bomberos. Recuerdo una plantilla de cinco policías más dos serenos que se ha visto mermada en este tiempo”, lamenta.

Su esperanza, ahora que deja el cuerpo, es que aquello que iniciaron pueda prolongarse en el tiempo, especialmente que pueda volver el servicio nocturno que permitía que hubiera alguien velando por los ciudadanos también en ese momento. “Mi gran esperanza es que los alcaldes actuales mantengan aquello que iniciamos porque la seguridad que se puede dar al ciudadano es importante”, apunta.

Por ello, alude a la importancia de no reducir los componentes para que el servicio no se vaya deteriorando y de contar con gente de la tierra para poder cumplir con una labor muy necesaria. “Nosotros teníamos un vínculo con el pueblo, ahora puede venir una persona de cualquier lugar, pero buscan irse a una ciudad porque allí reciben mayores retribuciones”, explica.

Sobre cómo han vivido la pandemia, Fidel afirma que se trató de una situación inimaginable, inesperada y dura en la que vivieron momentos complicados, “calles vacías, funerarias trabajando a altas horas yendo a las residencias a por fallecidos”. Como policía local, explica que estos dos últimos años quedarán siempre en su memoria porque, a veces, “nos creemos los reyes del universo, viene un ‘bichito’ y nos pone en nuestro lugar”.

No obstante, apunta a que la labor humana es mucho más gratificante y te hace sentir “más orgulloso que llamar la atención a alguien”. En sus inicios, relata, también acompañaban en momentos de fallecimientos o suicidios, “labores que no son tan vistosas, más bien humanitarias, pero que muestran la verdadera labor vocacional porque te hacen estar en las duras y en las maduras”.

Aunque ha ejercido su labor en una población de 5.000 habitantes, Mateo ha vivido muchas situaciones. Entre ellas, recuerda cómo, ante todo, ha querido mantener su “historial médico limpio de una baja laboral”. Y es que, narra, le recomendaron la baja tras lesionarse la pierna bajando a una mujer del Castillo de Osma que había sufrido un corte de digestión, pero su “cabezonería” le permitió llegar libre a su despedida. Objetivo cumplido.

Durante su larga y enriquecedora trayectoria profesional, recuerda la visita de personas importantes a la localidad, como Don Felipe y Doña Letizia, momentos en los que ha aprendido la importancia de los protocolos de seguridad, pero también a ser un buen fisionomista. “Lo pasas nervioso, los encargados de la seguridad de la Casa Real se ponen en contacto nos nosotros, nos indican el protocolo, se controla el recorrido y hay una seguridad máxima”, apunta. Además, “aprendes a leer a través de las miradas”, añade. “He conocido a gente más abierta y sencilla como doña Letizia y a gente más seria, como Aznar”, bromea.

Con todo lo realizado y lo que le queda por hacer. Tras una trayectoria que empezó desde el germen y que deja a un lado para dedicar su nueva etapa “a la familia, al huerto, a la lectura y a viajar”, le deseamos una próspera vida como jubilado. No sabemos si de azul, pero nos vemos en las calles, Fidel.

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