Desarrolló su labor eclesiástica en Barcelona, volviendo a su pueblo tras una dilatada vida pastoral.
Este fin de semana un nuevo capítulo del 75 aniversario de la coronación canónica de Nuestra Señora de los Milagros es protagonizado por Ángel Jiménez del Campo, (1933), sacerdote olvegueño. Un testimonio que no dejará indiferente al espectador.
Dejando clara su fe mariana, Jiménez alude a los recuerdos de aquel junio de 1945, siendo seminarista en Tarazona, diócesis a la que estaba adscrita Ágreda en aquel 7 de junio de 1947, fecha y para la que él y otros 250 compañeros de estudios acudieron a la localidad para tomar parte en aquel solemne acto. Una celebración en la que se dijo que el Moncayo "se iba quedar pequeño" ante la grandeza de aquel día.
En su visión, Jiménez, que ha desarrollado la mayor parte de su labor pastoral en Barcelona volviendo a su localidad natal a finales del pasado siglo, la coronación tuvo además del correspondiente carácter religioso, un carácter social muy importante, habida cuenta de que hacía poco tiempo que había concluido la Guerra Civil y España forjaba lo que ha venido en llamarse "hispano-catolicismo".
Ello llevó a que todas las autoridades de los pueblos del Patronazgo y también de las localidades ribereñas estuviesen presentes y por ende, muchos de sus vecinos. "A donde iba uno, iban todos", señala, a la vez que también primaba lo material y el ornato. Con todo, recalca la figura de María en el seno de la Iglesia y la devoción compartida "en un fervor general" hacia la Madre de Dios.
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