El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia dedica el Componente 14 y 3.400 millones de euros a potenciar nuestro turismo.
La delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, ha asistido esta noche en Abejar a la fiesta de La Barrosa, un viejo ritual con mucho atractivo, no solo para los habitantes de la localidad, puesto que cada vez son más los turistas que acuden a este municipio soriano para presenciar una liturgia de origen ignoto.
La representante del Gobierno de España en Castilla y León ha hecho un llamamiento a los pueblos que mantienen ejemplos notables de manifestaciones de interés turístico a que aprovechen las oportunidades de todo tipo que abre el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España (PRTR).
La delegada ha recordado que el turismo es un elemento fundamental en la economía de nuestro país. Supone el 13 por ciento de nuestro Producto Interior Bruto y el 12 por ciento de la afiliación. Por eso el PRTR destina un componente, el 14, y 3.400 millones de euros a desplegar por todo el territorio ayudas de todo tipo que permitan modernizar y transformar este sector.
Con su presencia, Barcones ha querido mostrar su apoyo a todas aquellas manifestaciones que “nos den a conocer y que atraigan a visitantes a nuestros pueblos puesto que el turismo interior tiene que ser un motor de desarrollo todavía más consolidado”. Según ha dicho, “en muchos casos, estos ritos forman parte de tradiciones que evidenciaban rasgos culturales de otras épocas que, afortunadamente, hemos ido superando”.
“El turismo”, ha señalado, “es una magnífica herramienta para ayudar a reducir las desigualdades territoriales y a luchar contra la despoblación de las zonas rurales”. Para Barcones “la afluencia de visitantes nos permitirá la revalorización y preservación de nuestros pueblos, de sus paisajes, de su diversidad biológica, de su cultura, de sus valores.
La Barrosa de Abejar, que se encuadra en los ritos del carnaval, tiene dos momentos bien diferenciados. Por la mañana, dos mozos del pueblo, los barroseros, recorren las casas haciendo sonar unos cencerros y pidiendo donativos en metálico o en especie para hacer posteriormente una comida comunal. Los dos van ataviados con camisa y pantalón blancos, corbata y fajín rojo y botas altas y negras, así como un sombrero negro con cinta roja y unos cencerros. Uno de ellos se introduce dentro de un armazón que semeja un toro o una vaca que apoya sobre sus hombros. Es la Barrosa.
Ya por la noche, se celebra la segunda parte del acto, en el que ha estado presente la delegada. Los barroseros llegan al salón de actos del Ayuntamiento al compás de la música. Después de mezclarse entre el gentío, la Barrosa se dirige de nuevo a la puerta. Allí la esperan los cazadores que simulan disparos para acabar con el animal.
Los barroseros caen sobre un tablero que después otros jóvenes de la localidad trasladan al interior del salón de actos. En un cuarto adyacente, riegan los fingidos cadáveres con vino hasta que resucitan y vuelven al baile para regocijo general. Después, todos celebran una cena.