Esta tarde llegan a Duruelo de la Sierra las primeras familias que huyen de la invasión rusa. Son seis personas que vivirán con familias de acogida. Solidaridad en mayúsculas que no busca excusas, sino soluciones.
La guerra en Ucrania está mostrando el lado más cruel del ser humano, pero también deja historias de solidaridad y empatía. Ejemplos de humanidad que no encuentran barreras ni fronteras.
Blanca Rubio y Teodomiro Rojo son una pareja de Duruelo de la Sierra que desde esta misma tarde acogerán en su casa a una madre y su hija ucranianas. Apuran las horas preparando todo para que sus huéspedes encuentren a su llegada un hogar acogedor que les permita descansar de una huida de 3.000 kilómetros.
No ha habido tiempo para las dudas, solo para las certezas. Abrirán la puerta de su casa a “alguien que necesita ayuda” porque “es lo único que podemos hacer”, expresa Blanca Rubio.
Todo comenzó el día siguiente de la invasión rusa a Ucrania. La televisión ponía rostro a los que en pocas horas se habían visto obligados a cambiar una vida absolutamente normal por un viaje sin destino conocido con el único objetivo de salvar la vida. A ambos se les “encogió el estómago” y Teo recuerda que “le propuse a Blanca que subiese al Ayuntamiento para ofrecer nuestra casa para lo que hiciese falta”. Así se hizo.
Los canales solidarios de la provincia demostraron su eficacia y los medios de comunicación también ayudaron. Teo contactó con un soriano que había cargado su furgoneta para llevar ayuda a la frontera de Polonia y traer a España, para poner a salvo, a quien lo requiriese. Le trasladó la necesidad de encontrar casa de acogida para cuatro ucranianas y dos bebés. La respuesta de Teo fue contundente, “una madre y su niña pueden vivir con nosotros”.
Los demás también tendrán cobijo en Duruelo de la Sierra. “El alcalde ha ofrecido su casa para una ucraniana que viaja con su mascota y una familia de abuela, madre y niño se alojarán en la vivienda municipal”, refiere Teo. Esta noche acabará el tránsito y la cena sabrá a gloria en los Pinares sorianos.
Blanca y Teo viven esta espera “entre los nervios y la emoción” pero se muestran convencidos de que “nos organizaremos bien”. Saben que a sus dos hijos no les costará trabajo entenderse con la pequeña ucraniana porque “los niños juegan y se comunican perfectamente”. “Con la mamá será poco a poco, nos organizaremos y seguro que nos adaptamos perfectamente”, expresa Blanca.
Lo primero será recibirlos con “los brazos abiertos” y “ofrecerles algo calentito y una cama para descansar”, afirma Blanca. Teo va un paso más allá al puntualizar que “serán como dos familiares que llegan para pasar una temporada, no cuento que haya ningún tipo de problema”.
Después habrá tiempo para pensar en todo lo demás. “Hemos hablado con la Guardia Civil y nos han dicho que nos van a ayudar con el tema de los papeles, la pequeña irá a la guardería con mi hija y, tanto su madre como ella, harán planes con nosotros. No se van a aburrir”, añaden los durolenses.
Son conscientes de que no todo el mundo entenderá sus razones, algunos les hablan de miedos. Para ellos la pregunta no era ¿por qué?, sino ¿por qué no? “Es lo que toca y punto. Si algún día pasase esto en España, me gustaría que alguien en Europa ayudase a mis hijos hasta que las cosas se arreglasen aquí”, concluye Teo.