El mayo en esta población nunca fue un pino, sino un ejemplar de chopo elegido entre los de mejor porte en alguno de los parajes existentes en las riberas de los arroyos del Torderón o de la Dehesa.
La bajada del telón del calendario tradicional durante los dos últimos años por los nubarrones de la pandemia ha vuelto a esclarecer en los pueblos de la provincia. En esta ocasión, el epicentro es el mes de mayo con el renacer de la primavera. La pingada del mayo como símbolo o tótem de la fertilidad, el Príapo fecundador de los cultivos, augura tales preludios.
En la placidez de la pasada tarde-noche, las gentes de Quintanilla de Tres Barrios abrieron página a un mes de eventos vinculados a tradiciones de connotaciones laicas y religiosas. La celebración de San Isidro o la romería a la Atalaya son eventos de raigambre del legado ancestral.
El mayo en esta población nunca fue un pino, sino un ejemplar de chopo elegido entre los de mejor porte en alguno de los parajes existentes en las riberas de los arroyos del Torderón o de la Dehesa.
Antiguamente el transporte se hacía mediante un carro de mulos tirado por los propios mozos. En la actualidad el tractor ha relevado a los sufridos protagonistas de antaño. El epicentro de su ubicación es la plaza Mayor. Previamente al levantamiento se procede a desmochar las ramas dejando el penacho superior.
En épocas pretéritas se colocaba una botella de licor o una bolsa de frutas en la copa. Había competidores que se atrevían a trepar hasta ella para hacerse con el señuelo, algunos se quedaban en el intento. Se necesitaba destreza y valor para enfrentarse a la untada de grasa con la que se embadurnaba al tronco para dificultar el acceso.
La maña y la destreza, que suelen superar a la fuerza, del grupo de colaboradores afanados en la tarea consiguieron izar el árbol ayer, con la ayuda infalible del remolque. Esbelto ejemplar de unos 20 metros de altura. Tarea de mucha pericia teniendo en cuenta el peligro que conlleva hallarse muy cerca el tendido eléctrico. No faltaron los ánimos de la gente que se dio cita para presenciar en directo el evento, lo que generó expectación para lograr el propósito.
Aquí permanecerá in situ durante la calenda del mes de mayo. En el pasado, el chopo, una vez desubicado, se subastaba y con el dinero recaudado se hacía una merienda entre la cuadrilla de mozos. En la actualidad, la merienda-cena tuvo lugar en la noche de ayer, parrillada para reponer fuerzas tras haber superado el reto, a la que se unieron cuantos comensales quisieron asistir.