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La escuela de Deza, tocada, ¿y hundida?

La escuela de Deza, tocada, ¿y hundida?

Actualizado 29/06/2022 07:39

Uno de los tres alumnos con los que contaba la escuela del pueblo no continuaría el próximo curso. Ahora, el centro no cumple el ratio mínimo impuesto por la Consejería de Educación, que recientemente bajó de cuatro a tres alumnos. "Esto es un paso atrás del pueblo, de la provincia, de la Comunidad y de España", lamenta su alcalde.

Tres eran los alumnos que quedaban en Deza, una localidad de 200 habitantes. En los últimos 100 años, este pueblo a caballo entre Soria y Aragón ha perdido 1.500 empadronados. Por cuestiones personales, uno de los niños tendrá que abandonar Deza con su familia y el curso que viene deberá matricularse en otro colegio. Ahora, los otros dos alumnos no cumplen el ratio mínimo de la Junta de Castilla y León para mantener la escuela abierta, que ya bajó a 3 el año pasado. "No hay nacimientos, otros fallecen y otros emigran", lamenta su alcalde, y así Deza se convierte en el más reciente exponente del drama rural.

"Por suerte, cada uno es libre de vivir donde quiere o donde puede, pero para vivir en un pueblo hay que tener trabajo y, desafortunadamente, en los municipios pequeños no lo hay para nadie", declara Vicente Alejandre, primer edil de la localidad. Deza ha sufrido el cierre de varios talleres a lo largo de los últimos años, ya solo queda abierta la carpintería y algunos de los agricultores de la zona han optado por trasladar su residencia a urbes como Soria o Zaragoza. La mecanización agrícola ha transformado profundamente, según el responsable municipal, la vida rural y sus condiciones. Si antes se necesitaban 5 personas para trabajar una tierra, ahora solo se necesita una, por lo que las oportunidades laborales en estas áreas han dismunuido y eso ha favorecido la emigración a municipios más grandes.

Aun así, Alejandre es consciente de que el principal problema de Deza es que no ofrece los servicios suficientes para que una familia joven pueda establecerse, y aunque en el pueblo "sí hay movimiento de personas adultas", no sucede lo mismo con los niños en edad escolar. Así desaparece el primero de los servicios, el que garantiza el futuro y el mantenimiento del pueblo, y empiezan a faltar más. "Hay tres casas rurales, dos bares, una tienda, una carpintería y el panadero ya no reside en el pueblo", hace recuento el alcalde. Esto genera un círculo vicioso que desemboca en una sangría que las zonas rurales ya temen y conocen. Deza, aunque con población bastante envejecida, aún mantiene más o menos sus habitantes, pero sus localidades vecinas no superan el medio centenar de empadronados, en el mejor de los casos. Alejandre cree que tanto Soria como Calatayud van manteniendo sus habitantes "a costa de comerse a su propia provincia", porque los pueblos no les ofrecen todo lo que pueden necesitar.

Firme defensor de que cualquiera pueda elegir libremente su lugar de residencia, reconoce que las Instituciones podrían hacer más por favorecer la vida rural frente a la urbana. "Ahora es cuando se empieza a hablar, por ejemplo, de las ayudas al funcionamiento. Yo mismo viví en una gran ciudad al acabar de estudiar y cuando elegí venir a vivir al medio rural, facilidades no tuve ninguna", recuerda. Aun así, estos incentivos prometidos, para él llegan tarde."Igual estos conceptos tendrían que haberse puesto en marcha hace 40 años, antes de que se vaciara todo", lamenta.

El futuro de los alumnos

Todavía faltan un par de meses hasta que la Junta de Castilla y León comunique su decisión sobre la apertura de la escuela, ya que deberán esperar a saber si existe alguna nueva incorporación de última hora, aunque Vicente Alejandre no tiene esperanzas en ese sentido. "Hay que ser realistas y entender que esta situación es muy difícil cambiarla. Ojalá alguien con niños en edad escolar tomase la decisión de venirse a vivir a Deza porque encuentra trabajo, pero no lo creo porque, precisamente, trabajo no hay".

En el caso de no mantenerse el centro, los alumnos de Deza tendrían que trasladarse bien a Gómara, a 20 minutos de camino, o bien a Soria, a casi una hora. Esto acabaría con una escuela cuya resurreción apenas ha durado dos cursos. "Esto es un paso atrás del pueblo, de la provincia, de la Comunidad y de España. Los políticos dirigen todo hacia las grandes urbes. Solo se acuerdan de la España rural cuando les conviene"

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