Los vecinos de San Pedro dijeron ayer adiós a sus fiestas con una cena vecinal en la que las migas fueron las protagonistas. Lo más importante: seguir manteniendo vivo el espíritu del barrio.
Conciertos de la Banda, mariachis, gigantes y cabezudos, actividades infantiles... El barrio de San Pedro celebró sus fiestas en honor a San Lorenzo por todo lo alto. Una semana repleta de actividades que llegó a su fin ayer por la noche con la tradicional cena vecinal, en la que cientos de personas disfrutaron de su ración de migas al calor de una veraniega hoguera.
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Entre 700 y 800 raciones de este manjar de la tierra se prepararon ayer en la Plaza de Santa Catalina, acompañadas de pan, chorizo y zurracapote. Un emplazamiento que no fue escogido al azar, ya que lleva décadas siendo el hogar de esta celebración tan especial. Las fiestas las hacían antes los jóvenes del barrio, cuando la plaza todavía era una pendiente cubierta de tierra. Traían muebles viejos para hacer la hoguera de San Lorenzo y en muchos barrios hacían una verbena. Cuando estos jóvenes se fueron, la asociación de vecinos del Barrio de San Pedro tomó las riendas. Así lo relata su presidente Eliseo Gonzalo Postigo, de 83 años.
Él lleva involucrado en la agrupación desde su creación en 1991. Los seis primeros años estuvo de tesorero y ahora, como no encuentran relevos, sigue ejerciendo el papel de presidente para el que ya cuenta con más de 20 años de experiencia. "Nadie quiere complicarse la vida. Algún día habrá que cerrar el chiringuito", lamenta Gonzalo. Ahora cuentan con 240 socios. Cuando surgieron, eran 100 más, aunque la explicación a esta disminución es simple: "Los socios son mayores y se van muriendo".
Con ellos parecen morir poco a poco las asociaciones de vecinos de los barrios más antiguos de la ciudad, algo que temen los que entienden el importante papel que juegan en la vida municipal. "Las asociaciones presionan a las instituciones para que arreglen las calles, las aceras y hagan muchas cosas que si no igual no se harían o se retrasarían mucho más". Las márgenes del Duero, uno de los parajes turísticos más importantes de la capital, fueron acondicionados gracias a la presión de esta agrupación, que también sirvió para urbanizar la plaza de Santa Catalina, en la que ahora pueden seguir juntándose año tras año para disfrutar de una cena única.
"Si se quiere, no es complicado organizar las fiestas", asegura el presidente de la asociación, aunque no es facil porque requieren mucho tiempo de antelación. "En mayo o junio ya tienes que estar pendiente de buscar gaiteros, espectáculos, actividades...". Pero todo merece la pena por ver a los vecinos disfrutar de todos y cada uno de los puntos del programa.
Como si de las lágrimas del santo al que estaba dedicada se tratara, las chispas de la hoguera se elevaban en el cielo iluminando la noche soriana. Un ambiente incomparable en el que lo más importante siempre será seguir manteniendo vivo el espíritu del barrio.