Con varios campeonatos autonómicos conquistados a su corta edad, ambos compaginan sus estudios y aficiones con un deporte al que desean dedicarse profesionalmente en un futuro. Sus primeros pasos dentro de este difícil mundo invitan al optimismo.
Los hermanos, Alejandro y Gisela Herrero, se pueden definir como unos enamorados del ciclismo. A sus 16 y 12 años, estos jóvenes de Covaleda son capaces de cumplir en sus estudios, al mismo tiempo que entrenan y compiten en varios campeonatos por todo el panorama nacional. Pero, ¿cómo es posible?
Esta pasión les viene desde muy pequeños. Alejandro, con tan solo un año, ya conducía un quad eléctrico, mientras que su primera bicicleta llegó a sus tres primaveras. Por su parte, Gisela comenzó un poco más tarde dentro de este mundo, estrenando su primera amiga de dos ruedas antes de celebrar la primera comunión.
Desde entonces, estos hermanos no han parado de crecer en las cuatro disciplinas que practican: montaña, carretera, ciclocross y velódromo. Tras empezar practicando decatlón, el mayor de esta saga decidió volcarse con el ciclismo. Esa arriesgada apuesta le ha llevado a conseguir el Campeonato de Castilla y León de Ciclocross, a ganar alguna prueba de la Copa Autonómica de Montaña, o a conseguir enormes resultados en competiciones nacionales. “Hay veces que no puedo participar en todas las pruebas porque coinciden las de montaña con las de carretera. A través del esfuerzo y de mucho trabajo, intento hacerlo lo mejor posible. Cuando me llama el seleccionador regional trato de demostrarle que puedo estar ahí”, indica el joven ciclista del equipo Norinver.
Siguiendo los pasos de su hermano, Gisela fue poco a poco adentrándose en este universo tan apasionante: “Empecé porque veía lo que Alejandro hacía. Para mí es un referente en el que fijarme para seguir mejorando”. En la actualidad, esta promesa del deporte soriano ya puede presumir de haber conquistado dos veces la Copa de Castilla y León de Montaña, en la categoría alevín.
Para conseguirlo, esta integrante de la escuela vallisoletana Collosa, hace hincapié en la importancia de entrenar dos días a la semana durante hora y media. Estos se hacen más amenos con la compañía de Alejandro, quién compagina la bicicleta con el gimnasio para ganar tono muscular. Aunque muchas veces los realizan juntos, cada uno tiene sus lugares idóneos para llevarlos a cabo. Por una parte, ella practica la montaña por Covaleda y Molinos de Duero, mientras que él se recorre toda la zona de Pinares. En carretera, Gisela se centra en tramos más cercanos, al mismo tiempo que Alejandro circula por toda la provincia.
Por otra parte, además de compartir algunas técnicas de entreno, estos hermanos coinciden en sus gustos a la hora de elegir una modalidad. A pesar de que practican cuatro disciplinas diferentes, los dos tienen cierta predilección por la montaña, aunque a Alejandro también le gusta “un montón” la carretera.
En ese sentido, Gisela se muestra muy atrevida, indicando que le encantan “las bajadas y los saltos por la velocidad a la que los hago”. Al igual que ella, su hermano apunta que “las subidas y las bajadas son mí parte favorita de las pruebas de ciclismo, ya que el llano se me hace muy monótono”, explica.
Independientemente de lo felices que son encima de sus bicicletas, ambos también confiesan la parte negativa de todo esto. En esa dirección, la familia Herrero incide en la dificultad de cuadrar horarios: “Es muy sacrificado. Los dos son muy buenos estudiantes, van al conservatorio y Alejandro también a inglés. Muchos fines de semanas tienen que aprovechar cualquier rato en el coche. Al final es reconfortante por los resultados que alcanzan, pero nos gustaría que tuvieran más horas para estar con sus amigos”.
Respecto a esos desplazamientos, Alejandro y Gisela lamentan que no haya escuelas ni equipos cadetes en la provincia. Anteriormente, ambos formaban parte de una escuadra en Burgos, hasta que les llamaron de Valladolid. Para estos jóvenes de Covaleda, esta situación es complicada al tener más horas de viaje que muchos de sus compañeros, añadiendo a todo ello el hándicap de que se tienen que costear todos los gastos. No obstante, los Herrero manifiestan que “nos gusta tanto el ciclismo en estos momentos, que podemos con todas las adversidades que se presentan”.
Con ese espíritu optimista, estos hermanos dejan muy a las claras que quieren seguir unidos a este deporte. Gisela sueña con ganar los Juegos Olímpicos en la modalidad de montaña algún día, al tiempo que su hermano quiere seguir mejorando para llegar a ser ciclista profesional. Alcanzar estos retos no será nada fácil, pero los dos tienen referentes muy claros en los que fijarse para conseguirlos: Rocío del Alba y Sara Martín para la pequeña de la casa, y Vlad Dascalu y Mikel Landa para el hermano mayor.
Con todo ello, ambos covaledenses seguirán pedaleando para quemar etapas en el ciclismo, con la ayuda indispensable de una familia que está volcada con ellos. El futuro no se puede adivinar, aunque la devoción de los Herrero por las bicicletas, hace más fácil vaticinarles un exitoso recorrido dentro de este universo de dos ruedas.