Gracias

Este verano he tenido la suerte de poder visitar a un buen número de alcaldes y alcaldesas y compañeros concejales a lo largo y ancho de nuestra provincia. Se han retomado, tras unos años muy complicados, los días grandes de nuestros pueblos: las fiestas de verano.

Mientras la capital se llena de turistas venidos de todas partes, la provincia rebosa vida con aquellos que vamos desde Soria y quienes retornan a sus orígenes desde la diáspora, aunque sea de forma efímera y casi a modo de espejismo.

Una excepción en la rutina que alegra a quienes amamos y disfrutamos de los pueblos como veraneantes, pero que además trastoca por completo la vida de los escasos habitantes que todavía quedan en ellos -quiero pensar que también para bien-.

Es obligado poner en valor la labor de los cientos de alcaldes y concejales que trabajan –y muy duro- para que sus pueblos salgan adelante durante todo el año. Un reconocimiento justo que, en muchas ocasiones, no llega. Es más, es común que, como respuesta a su entrega y dedicación, reciban quejas desmesuradas de quienes no han sido capaces ni de cuidar su trozo de fachada o recelos de quienes no conciben el trabajo altruista desde su egoísmo.

En cualquier caso, seguro que los buenos momentos y la satisfacción por la tarea bien hecha pesan más que los sinsabores que dejan los más desagradecidos. Así que esforcémonos por contribuir en esa línea, siendo colaborativos y dispuestos para aquellas pequeñas faenas que necesite el pueblo.

Aprovechemos estas semanas para retrotraernos a nuestras raíces con aquellos que no vemos habitualmente, cargar las pilas y descansar, pero también para ponernos en la piel de quienes mantienen viva la esencia de nuestros pueblos, las tradiciones y los espacios que disfrutamos una vez al año. Gracias por estar ahí.