Artículo de opinión de Silvia Largo, portavoz de Soria ¡YA!
Entre enero y julio de este año vinieron al mundo 300 nuevos sorianos. Estos bebés suponen unos cuantos menos de los que nacían antes de la pandemia. La despoblación, el envejecimiento y la baja natalidad en Soria, sin embargo, son cuestiones anteriores a cualquier crisis reciente. Suponen un acontecimiento que atraviesa vertical y horizontalmente nuestra provincia. Por esto ahora se requieren más residencias y menos guarderías. Se estima que esta cifra llegará a unos 500 recién nacidos en 2022, como fue en 2021: es la cifra más baja desde que hay registros en 1941, en plena posguerra.
Esos niños y niñas se repartirán por las escuelas de la provincia. Imagínense: 500 peques distribuidos por las alrededor de 50 escuelas de infantil que hay en toda Soria. Algunas, tendrán 30 alumnos. Otras, cero. Y así, cierran los colegios. Porque los jóvenes se van de Soria y no vuelven, así que cuando deciden tener hijos estos nacen en Madrid o en Barcelona o en Zaragoza o en Valencia. No en Soria. Y aunque la baja natalidad es preocupante en todo el país, es en la España rural donde se vacían las plazas, los colegios y los parques.
El 9 de septiembre reabrió el colegio de Villar del Río tras 40 años cerrado. A sus clases acudirán seis alumnos, hijos de personas que apostaron por la vida en el pueblo y lucharon para que sus pequeños también pudieran estudiar allí. Pero en junio conocíamos que cerraba la escuela de Deza tras perder a uno de los tres alumnos que tenía. Con solo dos niños se cierran las escuelas rurales en Castilla y León. Se abre una, se cierra otra. Y ya sabemos que cuando se cierra la escuela se empieza a cerrar el pueblo.