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Monteagudo de las Vicarías, o cómo el pasado puede dar a un pueblo un nuevo futuro

Monteagudo de las Vicarías, o cómo el pasado puede dar a un pueblo un nuevo futuro

Gracias a la apuesta del Consistorio por revitalizar su sector turístico, la localidad va recibiendo poco a poco la llegada de nuevos pobladores. El Premio Provincial de Turismo que acaban de recibir les permitirá seguir trabajando en esta dirección.

En la raya, en la frontera entre el Reino de Castilla y el Reino de Aragón, se ubica la villa amurallada de Monteagudo de las Vicarías. Una pequeña joya del patrimonio soriano de calles empedradas que ha formado su identidad gracias a una simbiosis entre dos culturas que no solo queda reflejada en su arquitectura. "Somos castellanos y lo hemos sido siempre, pero tenemos mucha relación con los aragoneses. Nos gustan más las jotas aragonesas que las castellanas", bromea su alcalde, Carlos González.

Y aunque es su Castillo-Palacio, recién restaurado, lo que más suele resonar cuando se habla de este pueblo, Monteagudo tiene mucho más potencial turístico y así lo demuestra su último galardón. La localidad ha recibido el XVI Premio Provincial de Turismo de la Diputación, un premio acompañado de una cantidad de 12.000€ que servirá para seguir invirtiendo en consolidar el pueblo como un referente en el sector.

"El Ayuntamiento tomo la decisión de hacer algo para que el pueblo no se quedara sin gente", asegura González. Las ventajas productivas de la mecanización del trabajo del campo segaron el crecimiento de la población y la ganadería ha ido perdiendo fuerza poco a poco en una tendencia preocupante para el futuro de Monteagudo. Con solo una casa rural desde hacía casi 20 años, la localidad había ido dejando de lado su turismo, permitiendo que un patrimonio que ya se había convertido en cotidiano pasara desapercibido. Por ello, el Consistorio lo tuvo claro, tenían que darle una oportunidad y el patrimonio de la villa hizo el resto.

En 2019 se convirtieron en uno de los 'Pueblos más bonitos de España', algo que les otorgó gran notoriedad y les ha permitido crecer en el sector de forma exponencial. "Seguimos trabajando en esa línea, el Castillo lo teníamos casi abandonado y empezamos a darle una utilidad cultural. La Junta se dio cuenta de que podía ser un foco cultural importante y nos dieron 48.000€ para arreglarlo y crear una sala de exposiciones", reconoce. Una cosa ha llevado a la otra y Monteagudo cada vez recibe más y más turistas, dejando 1.000 consultas al mes en su nueva oficina de turismo.

Un flujo incansable de personas que han permitido crecer a otro sector: el empresarial. La apuesta por el turismo ha devuelto, poco a poco, la vida a Monteagudo y, en palabras de su primer edil, ha "creado un caldo de cultivo para que los inversores a nivel privado vean atractivo el pueblo".

Aunque cuando se habla de la España Vaciada los logros que se pueden conseguir son pequeños, es la suma de todos estos la que marca la diferencia. Una pastelería y panadería que ahora también es restaurante y que genera entre 5 y 8 puestos de trabajo dependiendo de la época del año. Una familia del pueblo que tuvo que marcharse y ahora ha podido volver con sus dos hijos. Turista a turista, negocio a negocio y poblador a poblador, Monteagudo va creciendo y asegurando su supervivencia gracias a poner el foco en un potencial que, como en tantos otros casos, parecía darse por sentado.

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