Creencias de antaño llevaban a diversas probaturas sin ningún tipo de rigor, lo que llevaba en ocasiones a severos envenenamientos, e incluso muertes.
Es tiempo de otoño, y en Soria, por tanto, tiempo de setas. Las últimas lluvias animan a los recolectores, profesionales y aficionados a recorrer los montes y los páramos en busca de estos preciados frutos que brinda ahora la naturaleza.
Innumerables veces se insiste en conocer los ejemplares a recoger, y ante la duda, desecharlos y ni siquiera tocarlos, dejándolos donde crecen. Y también hay que tener presente que hay variedades que se confunden, lo que también entraña su peligro, evidentemente.
Antaño, las setas y hongos no eran tan apreciadas como ahora, si bien, en casos como la trufa, era consumida como un alimento más, sobre todo antes de la llegada de la patata de tierras de América. Ahora, los productos que aporta el mundo fungi son muy apreciados. Abundantes en la provincia de Soria, llevan a impulsar el turismo en esta estación previa al invierno. Pero hay que ser precavidos si se decide salir al campo y una vez en casa, comprobar una a una las unidades recogidas.
También en tiempos lejanos, la comestibilidad de las setas era comprobada sin ningún rigor científicio con distintas probaturas en los fogones, y también fuera de ellos.
Unos remedios caseros que pasaban por la cocción de las setas con una cuchara o moneda de plata. La tradición indicaba aquí que si el metal ennegrecía era signo de toxicidad y por ende, la seta era venenosa. Nada más lejos de que este hacer era totalmente erróneo.
Igualmente en la cocina, el añadir vinagre no elimina la toxicidad, y del mismo modo que en el ejemplo anterior, el ennegrecer un ajo no desvela toxicidad alguna.
Otra alternativa era dar a probar a un animal una seta ya cocinada. Si este no expresaba síntomas o seguía vivo, el ejemplar se podía comer. Falso. El veneno podría no afectar al animal, pero sí a las personas. Tampoco es cierto que las setas que crecen en lugares de pasto sean todas comestibles.
También se hablaba de que los hongos que crecían en árboles eran todos comestibles, algo que no es cierto, como tampoco que el buen olor del ejemplar lo hagan apto para su consumo.
Y del mismo modo, hubo creencias incidían en que la cocción eliminaba el veneno, algo que es totalmente falso porque las sustancias tóxicas no tienen por qué verse alteradas.
Sea como fuere, la intoxicación por setas u hongos puede llegar a ser mortal, y de no serlo, puede dejar secuelas irreparables en la salud personal.
Mucha precaución, entonces.