A sus 34 años ha trabajado para la Academia del Arsenal en India y para varias federaciones y clubes chinos. Actualmente, ha regresado a Soria para dirigir al prebenjamín B y al cadete B del Numancia.
Álvaro Mateo Martínez es una de esas personas que lleva el nombre de Soria allá a donde va. Tras adentrarse en el mundo de los banquillos con 18 años en Madrid, haciéndose cargo de varios equipos de instituto, este técnico decidió emprender en octubre de 2015 una aventura que le llevaría hasta la India. Gracias a una oferta que descubrió en internet, este se unió a las filas de la Arsenal Soccer School de Bombay: “Fue una experiencia muy buena y dura. Nos explicaron la metodología del club inglés con el objetivo de que la expandiéramos entre unos jóvenes de 6 a 16 años que tenían unos niveles muy diferentes”.
Durante esa etapa, Mateo Martínez apreció en primera persona las diferencias existentes entre el fútbol español y el indio. En ese sentido, el preparador destaca que mientras nuestro país es uno de los mejores a nivel formativo, organizativo y competitivo, en India “este deporte empieza desde cero sin ligas y con entrenadores sin apenas formación”. Con esa situación, el instructor soriano fue uno de los encargados de establecer contactos con varios colegios para crear un torneo totalmente novedoso para el país.
Después de su labor en la academia a lo largo de un año, Martínez decidió que su etapa en la India había concluido. “Es un país muy duro para vivir y mi sueldo no era muy alto. Ves mucha pobreza y diferencias sociales. Sin embargo, guardo un gran recuerdo, ya que esa experiencia me sirvió para mejorar mi inglés y para conocer una nueva cultura”, ha explicado. De esa manera, decidió volver a España, en la que duraría muy poco.
La rotura del hombro de su padre le abrió una puerta para marcharse a China. La fisio, encargada de ayudar a su progenitor en la recuperación, le propuso marcharse a la Leyi Football Academy de Changsha, lugar en el que su marido ejercía de director. Tras unas conversaciones muy rápidas, este intrépido comenzó su tarea, entrenando a unos jugadores que tenían un nivel bajo.
Respecto a esa aventura, Martínez se queda con las enormes diferencias que descubrió: “No hay cultura futbolística. Muchos niños venían a entrenar con vaqueros y sandalias. Además, al tener una educación física, enfocada más a aspectos militares, su coordinación era muy mala”. Por otra parte, también tuvo que hacer frente al hándicap del idioma. Al no saber nada de chino, el técnico tuvo que apoyarse en los traductores y en los gestos para explicar las distintas actividades. No obstante, y a pesar de esas dificultades, destaca que los jóvenes futbolistas demostraron unas enormes ganas por aprender, “adquiriendo rápidamente todos los conceptos que les transmitía”.
Un año más tarde se marchó de Changsha al equipo infantil del Shanghai Jiading FC, conjunto que actualmente milita en la Segunda División. Allí disputaba torneos de 15 días en los que su escuadra llegaba a disputar hasta ocho encuentros: “No había ligas de una temporada completa. Eran competiciones de ese estilo y amistosos. Lo que más echaba en falta es que no hubiera choques todos los fines de semana”.
Posteriormente, la siguiente campaña Martínez se adentraría en un Proyecto de la Asociación China de Fútbol, organismo rector de este deporte en el país, junto a otros 100 preparadores, procedentes de todas las partes del mundo. En esa nueva etapa, el técnico soriano se sumergiría en el proyecto de la Shenzhen Football Association. A pesar de que esta iniciativa nacional tan solo duraría un año, su buena labor le hizo firmar directamente con la entidad de Shenzhen por dos cursos más. En cambio, la pandemia del Covid lo cambió todo: “Estaba de vacaciones en Indonesia y me llamaron los responsables de la asociación para decirme que no era seguro volver a China. Entonces, me vine a España, sitio en el que permanecí hasta septiembre de 2020, momento en el que nos permitieron regresar”. Una vez de vuelta a China, se hizo cargo del combinado integrado por los niños nacidos en 2009. Esa situación le sorprendió al principio, “ya que pensaba que iba a poder aportar mis conocimientos para ayudar a crecer a la entidad en aspectos organizativos, en vez de tener un área de influencia que se reducía a 25-30 jóvenes”.
Según se acercaba el final de su contrato, Martínez tenía claro que quería volver a Soria. Con esa idea entre ceja y ceja, el míster comenzó a enviar currículums a numerosos equipos de la provincia hasta que le llamó el Numancia para entrenar al prebenjamín B y al cadete B: “El regreso está siendo espectacular. Llevaba dos años sin ver a mis padres, a mi familia y a mis amigos y tenía muchas ganas. Estoy disfrutando un montón de todos ellos, de nuestra comida y de nuestra fantástica provincia”. De esa manera, este trotamundos de los banquillos soriano regresó este verano a su hogar para seguir creciendo y aprendiendo dentro de un mundo que le apasiona desde joven. Ahora, intentará lo más difícil: ser profeta en su querida tierra.