Cuando el Estado no puede pagar el premio de la Lotería de Navidad: Una surrealista historia made in Castilla y León
Santiago Alonso Cordero, liberal, protagonista de algún párrafo de los episodios nacionales de Galdós y amigo de la reina Isabel II, hizo saltar la banca del Estado con su fortuna
El maragato Cordero, que así era conocido, fue un hombre del siglo XIX propio de la localidad de Santiago Millas en la provincia de León, que acuñó una gran fortuna durante el reinado de Isabel II. Cordero fue un hombre pudiente debido a sus inversiones en el transporte de mercancías y en los nuevos modelos de transporte que nacen en Madrid.
El dinero de Cordero le llevó a construir grandes complejos que posteriormente serían referentes para arquitectos como Lucio del Valle, que tras reconstruirse la Puerta del Sol, unificó el entorno tomando el modelo de las casas de Cordero.
¿Qué sucedió con la Lotería de Navidad?
El hecho más curioso en la vida de Santiago fue, sin duda, su “pequeño” problemilla con la lotería de Navidad. Resulta que Cordero tuvo la suerte que muchos en esta época soñamos con tener: le tocó el primer premio de la lotería. La cantidad de dinero que ganó fue tan desorbitada que ni la banca de Estado lo pudo asumir.
En esa época, este hecho fue posible debido a que no se ponía límites al dinero que podían apostar los jugadores en la Lotería Nacional, por lo tanto, el Estado en ocasiones no obtenía ninguna ganancia. La alternativa que se llevó a cabo para que el maragato Cordero pudiera recibir su inmenso premio fue pagárselo a plazos cuando las arcas del Estado no estuvieran vacías. De esta manera iba recibiendo las cantidades para comprar nuevas adquisiciones como el solar más importante de Madrid situado en la puerta del Sol, subastado por 17 millones de pesetas.
Entre monedas de oro
Se dice que siendo Cordero tan amigo de la reina Isabel II, en uno de sus viajes a Galicia, Santiago invitó a su majestad a la casa de Santiago Millas a pasar unos días y para que la vivienda estuviera a la altura de la reina mandó cubrir el suelo de la casa con monedas de oro. La reina le increpó comentándole que ella no podía pisar su propia cara, por lo que él respondió que las pondría de canto. Con este hecho nos podemos hacer una idea de la gran fortuna que poseía Santiago Alonso Cordero.