Año nuevo, política vieja

El cambio de año suele ser un buen momento para hacer balance de lo conseguido y coger fuerzas para afrontar los nuevos retos que tenemos por delante.

Durante los últimos doce meses, nuestra sociedad se ha visto superada por el envite de una guerra en el continente europeo, por una inflación asfixiante que ha estrangulado la economía de las clases medias trabajadoras, y por una crispación social avivada constantemente por nuestros gobernantes. El descrédito del parlamentarismo y el avance sin control del populismo, han provocado entre la ciudadanía, un importante nivel de estupor e indiferencia por la clase política.

Especialmente, durante la recta final de este año, hemos comprobado la soberbia y el sectarismo que destila este Gobierno, que carece de sentido de Estado, y que es capaz de romper sin tapujos con los valores fundamentales de nuestra democracia, con tal de perpetuarse en el poder. Ejemplo de ello, ha sido la aprobación de varias leyes ideológicas, con resultados perversos, que han provocado el enfrentamiento entre los diferentes poderes del Estado.

Sin duda, este próximo año va a venir marcado por las citas electorales. Las urnas serán las protagonistas, primero en el ámbito municipal y, en determinadas autonomías y, posteriormente, a nivel nacional. A medida que avancen los meses, iremos notando cómo los posicionamientos partidistas se vuelven cada vez más agresivos. Las palabras se convertirán en adjetivos descalificativos y las acciones se materializarán en acusaciones hacia el rival. De hecho, la polarización de los argumentos políticos y la falta de entendimiento entre los partidos políticos, podrían llevar al colapso institucional a nuestro país.

Ojalá que los Reyes Magos vengan cargados de mucha moderación, humildad y una mayor responsabilidad, que, sin duda, sería el mejor regalo para nuestros dirigentes políticos. Y para el resto, paz y salud. Feliz año 2023.