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¿Qué pasa cuando cierra la última tienda de un pueblo?

¿Qué pasa cuando cierra la última tienda de un pueblo?

Actualizado 09/02/2023 07:50

El Supermercado El Motores de San Pedro Manrique cierra después de décadas abasteciendo a la comarca de Tierras Altas. Miles de historias, clientes y 50 años después, a José Ignacio del Rincón le ha llegado la edad de jubilación y no tiene relevo.

El comercio rural lleva muchos años enfrentándose a una batalla que, por ahora, parece estar perdiendo. La despoblación pasa factura y para muchos negocios en los pueblos, esto se traduce en 'echar la persiana'. José Ignacio del Rincón no puede creer que esto vaya a pasarle a su negocio esta misma semana en cuanto venda lo último que le queda. Su tienda, el Supermercado Motores de San Pedro Manrique, lleva décadas abasteciendo a miles de personas, tanto de la localidad sampedrana como de toda la comarca de Tierras Altas. Y aunque le duela, reconoce a Soria Noticias que no puede decir que no llevara tiempo esperándose este resultado.

"Los gastos están disparados y la gente ya no compra, ¿quién va a querer quedarse con un negocio así?", lamenta José Ignacio. Después de 50 años atado a su negocio, a él ya le ha llegado la edad de jubilarse. Esta última etapa, reconoce, ha estado aguantando a pesar de ver cómo sus beneficios se reducían cada vez más. "Las grandes superficies se han hecho amas de todo y hemos tenido que aprender a convivir con ellos y yo creo que se puede. Si alguien va un día a la semana a una gran superficie y se gasta 200€, pero luego viene a hacerme una compra de 20€ a mí una vez a la semana, mi negocio funciona, pero tienen que ser todas las personas, no una. Y no lo hacen. No nos vale con la suplefalta", detalla. Además, se queja de que entidades como la residencia o el colegio, que antes se abastecían en los negocios del pueblo, ahora recurran a grandes empresas.

Por eso, no hay nadie que entienda mejor que él por qué es tan complicado encontrar relevo generacional para estos establecimientos en los pueblos. "Los que tiraban de estos negocios, que eran el abuelo, o incluso el padre, ya no están, los hijos han vendido la casa y la familia ha desaparecido, ya ni siquiera los veranos son tan buenos", explica. Además, la última crisis ha cuadriplicado su factura eléctrica, pasando de pagar 900€ cada dos meses a 1.200€ al mes. Él tiene dos hijas, pero no quiere embarcarlas en un proyecto así sin apoyo institucional. "Tenemos un invierno de 7 meses de muy pocas ventas, ¿cómo vas a meter a una persona joven y sin una subvención al mes que les ayude con los gastos? Es imposible", añade.

Ayuda institucional

José Ignacio pide apoyo a las administraciones y echa en falta ayudas capaces de ayudar para personas que quieran empezar en proyectos así. "La administración no hace nada por echar una mano", explica este comerciante, que lamenta que las ayudas que sí se dan se centren en objetivos a mayor escala que no cambian la situación que atraviesan dueños de negocios como el suyo. "Es una pena que no venga la Mancomunidad, la Junta o la Diputación a ayudarnos. Han venido dos personas interesadas a ver la tienda pero necesitan un empujón importante", demanda.

La Diputación Provincial anunció a finales del año pasado que pondría en marcha ayudas para casos como este, en los que el relevo generacional fuera complicado aunque sí existieran personas interesadas. Soria Noticias ha podido saber a través de Benito Serrano, presidente de la institución provincial, que próximamente se publicarán las bases de esta iniciativa, que consistiría en "dar una ayuda para que el local no sea un hándicap para que las personas interesadas puedan seguir con el negocio".

El Ayuntamiento de San Pedro Manrique contó a Soria Noticias que, por su parte, se trataría de ayudar también a aquellas personas que estuvieran dispuestas a asumir el negocio, aunque también adelantó que se están manteniendo conversaciones con grandes cadenas para tratar de sacar adelante un establecimiento a pequeña escala. Sin embargo, Del Rincón no cree que esto vaya a ser una solución adecuada para el pueblo, ya que podría no hacer otra cosa que "añadir gastos de lo que haya que pagar a la cadena".

El fin de los servicios en los pueblos

El de José Ignacio del Rincón se une así a una lista interminable de negocios que han cerrado, no solo en San Pedro, sino en toda la provincia, y como comerciante local, no cree que la disminución de sus beneficios se deba solo a su condición de 'rural'. "También en las ciudades, el pequeño comercio se está muriendo, incluso el centro de Soria da pena verlo así", lamenta. Del Rincón recuerda cómo antes en San Pedro había otro bar, un supermercado, una carnicería, una panadería, y cómo ahora "no hay nada": "¿Es eso bonito? ¿Bajar a esa plaza que antes denía bullicio de gente y ver que ya no hay nada?¿Eso es lo que le gusta a la gente del pueblo?".

"Toda la vida mi hermano y yo hemos llevado el negocio familiar, primero fueron nuestros padres y luego nosotros. Y nos hemos ganado un nombre a base de trabajar y trabajar y dar un servicio incansable todos los días", afirma. En estos 50 años, tanto los consumidores como sus hábitos se han transformado enormemente y José Ignacio ha sido testigo de primera mano. En los pueblos "de toda la vida", los que funcionaban eran los negocios como el suyo. Personales, que aporten confianza al consumidor, algo que "no se paga con dinero". Ahora, "somos más independientes".

El dueño del emblemático Motores se puede imaginar qué significa para el pueblo quedarse sin un servicio así o, en su defecto, perder la cercanía que aportaba un profesional como él. "Las personas mayores, las que no tienen coche para ir a Soria, que son las que venían aquí en el día a día, sí que lo van a notar. El resto no lo van a sufrir tanto, porque ya estaban acostumbrados a hacer la compra en grandes superficies", asegura.

"Queremos que haya servicios en los pueblos pero, si no los mantenemos, no puede haber servicios", lamenta. Y es que cuando termina el recorrido de una tienda de pueblo, parte de la vida de ese lugar se va con ella, pero José Ignacio del Rincón ya ha "cumplido con lo suyo" y quiere "vivir otra vida". La realidad es la que es. La suya, la última tienda que quedaba en el pueblo, cerrará sus puertas esta semana "en cuanto venda la fruta".

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