La quinta columna de Patxi Irigoyen para Soria Noticias
Ha quedado bonita la muralla de la ciudad. No cabe duda. El río Duero, abandonado y repudiado por la ciudad de Soria durante muchísimos años, parece algo más contento. No está del todo orgulloso del trato que le damos en el tramo de atravesar la ciudad de Soria, pero está claro que, poco a poco, ha vuelto a ser algo más protagonista de lo que lo fue durante las últimas cinco décadas.
El salto del Duero quedó en el olvido. Por una razón u otra, parece que el Ayuntamiento no vio en él una de las grandes opciones para mejorar la ciudad. Y es cierto que la complicada orografía del terreno lo hacía difícil de por si, pero de ahí a que seamos capaces de crecer únicamente hacia el oeste; de ocupar una y otra hectárea en la zona de los Royales, y de ser capaces de llegar al río Golmayo por el Sur de la ciudad, donde demostramos al mundo la vergüenza de una estación de ferrocarril del siglo XIX…….. suena mal; suena muy mal.
En mi criterio, pobre criterio de ciudadano pueblerino, ir haciendo urbanismo en las zonas céntricas hundidas por la despoblación y el abandono de los propietarios, hubiera sido lo elegido. Desde la Barriada, donde por unas causas u otras se ha ido haciendo todo tipo de variaciones urbanísticas y ahora han llegado a la conclusión de que no se siga en estos términos, pasando por la urbanización del Hospital Santa Bárbara que es lo más raro y atípico que pueda uno encontrar, con calles estrechas, de única dirección en las cercanías, poco iluminadas en otros casos, y escasos aparcamientos para las necesidades que tiene….
Pero, sin dudarlo, lo más llamativo es el centro neurálgico de Soria. Desde la Plaza de las Mujeres, con uno de los edificios más carismáticos de la ciudad prácticamente en desuso y que terminará en una ruina, pasando por la céntrica calle de El Collado donde vivir es una quimera para los que lo pretendan, la calle Zapatería y su continuación en la calle Real que sólo en un pequeño porcentaje se presenta presentable…….
Menos mal que nos queda el Calaverón y su desastre organizativo. Desde la calle Fueros de Soria se accede, casi únicamente, a todo lo que suponen dos barrios enteros. Hoy, subir al cementerio en coche para llevar flores es mucho más difícil que llevarlas en globo. Menos mal que, en los alrededores del “campo santo” hay veinte plazas de aparcamiento para poder acceder los más mayores. Ahora, eso sí, edificaremos en los alrededores del mismo y haremos edificios más altos, más vistosos, y sobre todo menos aprovechables. Un urbanismo de bandera.