Una sana rivalidad, una deuda histórica y siglos de bailes y fiestas. El Círculo Amistad Numancia celebra su aniversario con el objetivo de convertirse en BIC para preservar un largo legado histórico.
En El Collado, un edificio destaca sobre todos los demás. Casi escondido en los pórticos del centro neurálgico de la capital, la cristalera del Casino permite mirar a los ojos a la historia soriana. Y aunque se trata de una de las instituciones más célebres de la provincia, para muchos es, todavía, una gran desconocida. Siglos de anécdotas han construido, baile a baile y tertulia a tertulia, un legado de 175 años.
Todo comenzó cuando un grupo de intelectuales decidió crear en 1848 su propio Casino, al que llamaron Numancia. Un nombre motivado por el romanticismo que caracterizaba la época y que trataba de poner en valor el yacimiento y la historia que habían construido la imagen de la provincia. Según los escritos del momento, este grupo de jóvenes eran ‘lo más’ de la sociedad soriana y tenían muy claro lo que querían. Tan claro, que en su reglamento de 1898 incluyeron las instrucciones a seguir por su pianista, algo que fue el principio de su fin. No, esta no es una historia de un pianista perverso, es más bien la de un Caballo de Troya.
En 1886, el Casino Numancia adquirió un Steinway and Sons, un piano magnífico considerado casi una pieza de coleccionista. Sin embargo, esta estructura de madera que costó 7.500 pesetas traía escondido dentro el comienzo de una deuda que asfixió a la entidad hasta que la llevó a la muerte, o casi, porque en 1961 se unieron a sus vecinos de abajo.
Lo que ahora es visible desde el Collado es lo que un día fue el Círculo de la Amistad, fundado en 1865 por unos intelectuales que no eran ‘lo más’. Poco a poco, fueron asegurando sus finanzas hasta que lograron adquirir el edificio que compartían con los de ‘la Numancia’ y convertirse en sus caseros. Ya se habían intentado fusionar a finales del s. XIX, pero las deudas de sus vecinos habían truncado la operación. De hecho, llegaron a emitir una orden de deshaucio en 1956, pero tras muchas negociaciones, optaron por la fusión que fundó el Círculo Amistad Numancia, materializado en la construcción de su imponente escalera interior.
La suya había sido una rivalidad de casi 100 años, eso sí, muy sana. Porque aunque eran entidades distintas, siempre habían compartido ciertas inquietudes. La primera, su interés por generar espacios de conversación y discusión en los que idear proyectos para garantizar el desarrollo de la provincia. Instituciones como el Ateneo de Soria, centradas en la divulgación cultural y científica, fueron un hervidero de conocimiento. Su segundo punto en común era su amor por las fiestas. San Saturio, San Juan, los Bailes de Piñata, de máscaras, Fin de Año, Reyes... Las celebraciones de este tipo no faltaban en la agenda social de socios, familias y algunos “forasteros”.
Y aunque en estos dos centros se hacía de todo, eran casinos por algo. Mus, malilla, damas o dominó, el Círculo de la Amistad incluyó los precios de estos juegos en su reglamento de 1865, desde el cuartillo de real del Tresillo, hasta los 10 reales el partido de billar. En ‘la Numancia’, jugar era más caro y los precios establecidos en 1853 duplicaban estas cifras. Aun así, fue un juego en concreto, el Bingo, el que los salvó de la bancarrota en los años 70, cuando ya eran uno solo.
Las entidades llevan décadas siendo conscientes de su importancia en la provincia y así lo demuestran la publicación para celebrar los primeros 100 años del Numancia, el libro y la revista por sus 150 años o la recién publicada por los 175. Y no era para menos, porque entre sus socios se pueden encontrar a los hombres más célebres de la historia soriana. Algunos de sus miembros más ilustres perviven en el callejero de la capital. En este grupo se encuentran Mariano Granados (1866-1914), hombre de leyes y co-autor de la que es considerada la primera sanjuanera; Manuel Ruiz Zorrilla (1833-1895), el primer soriano en presidir el Congreso de los Diputados; o José Tudela (1890-1975), periodista y literato. La historia de otros de ellos está más que presente en la memoria colectiva soriana, como Antonio Machado o Gerardo Diego, uno de los más grandes amantes del piano ‘de Troya’.
El Casino, el número 23 de El Collado, ha visto la vida pasar por Soria y ahora pretende que reconozcan su trayectoria nombrándolo Bien de Interés Cultural. El expediente ya ha sido incoado y están a la espera de que la resolución no siga los pasos de sus predecesoras, que fueron rechazadas. Todo, para mirar al futuro y ver otros 175 años más, como poco, de rivalidades, fiestas y anécdotas en este monumental rincón capitalino. .