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Para la cuesta arriba quiero mi burro, que la cuesta abajo yo me la subo

Para la cuesta arriba quiero mi burro, que la cuesta abajo yo me la subo

Actualizado 16/04/2023 17:56

Enrique Rubio, desde Berlanga reflexiona para Soria Noticias sobre la conexión ferroviaria de la provincia de Soria.

Parece que alguien decidió hace mucho que, quizá, por lo alta que está, a Soria es más fácil rodearla que cruzarla.?Pese a que durante muchos años vías romanas y caminos califales habían vertebrado la provincia uniéndose con el resto de la península de una manera eficaz, allá por el mil ochocientos y poco, debieron pensar seriamente en dar veracidad de la frase con la que arranca el texto.?

Es cierto que fue en aquella época, 1860 aproximadamente, cuando empezaron a desarrollarse las líneas de ferrocarril que vertebra España. ¿Y de Soria? De Soria como era pequeña pues se olvidaron.?Resulta que los tiempos avanzan, ¡Cómo avanzan los tiempos, qué es una barbaridad!?En 1892 llegaron los flamantes 93 kilómetros de la Torralba-Soria, en la que inversores belgas y Diputación arrimaron el hombro para ver como un tren mixto de mercancías y viajeros traqueteaba kilómetros.

Mientras soñaba la provincia con la Santander-Mediterráneo -que nunca llegó-, nos unimos en 1895 con Ariza y Valladolid, quizá para confundir y no dejar claro si éramos castellanos o maños, hasta que en 1985 nos sacaron de dudas quitando el tren para viajeros, y cuando cumplía 99 años la línea entera.?

Pero ya habíamos llegado a Castejón en 1941 y nos duró un par de años más que la anterior, hasta 1996, para volvernos a quedar con aquella primera línea que por Torralba y Sigüenza nos une a Madrid.?Lejos, muy lejos quedan los talleres de carpintería de Soria y sus trabajadores, que amueblaron toda la España ferroviaria. Y, por supuesto, mención aparte merece la historia de la localidad ferroviaria de la provincia por excelencia: Arcos de Jalón, donde el tren fue esencia y motor durante años; hasta el punto de no poder entender cómo hoy se apaga del mismo modo que lo hizo la caldera de la ‘Mikado’, que por el Jalón todavía resuena y seguro que Eleuterio Bueno, ‘El Lute’, sería capaz de volver a hacer andar.??De mis recuerdos estudiantiles quedan los viajes desde Berlanga a Cuenca en tren o en autobús. Hasta Almazán, siempre en coche, y desde allí hasta Madrid. Descanso en los jardines de Atocha y retomando el tran-tran, para llegar tiempo después a destino: 267 kilómetros, ocho horas. Horas que notaba mucho más en los días que de vuelta a casa compartía viaje con una compañera de clase hasta Madrid. Desde allí, a ella le separaban tres horas -espera incluida- a su casa.

A mí, casi cinco, pese a que ella vivía en Berlín…??Pues resulta que aun así no queremos renunciar ni a tren ni de transporte público, ni a vías, ni a autovías. Será porque lo hemos podido disfrutar poco en la provincia.??Pero lo que realmente me molesta es que además de tener, ahora que los tiempos aprietan, apenas un acceso a la red ferroviaria y de trasporte colectivo, aquellos que residen en otras provincias se ven beneficiados con abonos gratuitos y descuentos, los cuales siento que pagamos con religiosa penitencia en cada uno de los trayectos que hemos visto como se disparan en su coste a cada repostaje.

Quizá seamos pocos y poco importe que sigamos manteniendo los pueblos. Queremos a esta tierra y no voy a decir que paguemos gustosos este peaje de carencia de vías de comunicación y transportes públicos. Sabemos de la recompensa que supone el poder habitar esta tierra llena de posibilidades en el horizonte, pero una ayuda para los trabajadores que de la capital a los pueblos y de los pueblos a la capital se tienen que desplazar sin posibilidad de transporte colectivo, y haciendo tetris organizativos para rentabilizar desplazamientos, sería lo justo.

Pues, como me enseñó mi abuelo un día que volvíamos con la mula Roya de recoger manzanas en el paraje de Mampirle: “Para la cuesta arriba quiero mi burro, que la cuesta abajo yo me la subo”. Al menos, este año a los estudiantes, dependiendo de donde vengan, les saldrá más barato venir a probar las torrijas.

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