Yaiza, la soriana que no encontró el amor en First Dates

Se podría decir, que quien más o quien menos, alguna vez ha visto ‘First Date’. Un programa que se caracteriza por juntar en una primera cita, como bien su nombre indica, a dos personas que, al parecer, congenian por gustos y aficiones, y “están hechos el uno para el otro”.

El restaurante más televisivo ayer tuvo el placer de recibir a Yaiza, una soriana de 29 años, profesora de inglés en la capital, pero residente en un pueblo a 15km de su trabajo. Según contó, tras varios años viviendo fuera, finalmente decidió regresar a su provincia para “enraizarme de nuevo”. Ahora reside en una casa con chimenea que le encanta porque “cuando entro huele a roble”.

Decidió ir al programa ya que, entre ser docente y dedicarse tiempo a ella misma, no tiene tiempo para conocer a nadie, en modo pareja. “Busco a alguien que congenie con mi gusto por el monte. Desde que estoy en el pueblo vivo asalvajada”.

Cuando llegó su cita, Alejandro, parecía que la cosa pintaba bien, o por lo menos para él, quien quedó asombrado con su belleza. Pero, Yaiza no tuvo la misma perspectiva porque, según afirmó, no era su tipo. Aún así, quedaba toda la cena por delante y muchos temas de los que hablar para conocerse y que se encendiese, por lo menos, una chispa.

A pesar de ello, y aunque dieron pequeñas pinceladas a su amor por la vida rural, la conversación se redirigió hacia temas laborales. “Trabajo en una funerario” dijo el joven bajo el asombro de la soriana, quien rápido paso de la sorpresa a los chistes. “Clientes nunca te faltan” o “puedes coger las curvas un poco rápido que los clientes no se te van a quejar”, comentaba humorísticamente durante la cena.

Con cada tema de conversación, parecía que la cosa cada vez congeniaba menos. Sobre todo, cuando llegaron a tratar, por así decirlos, cuestiones más tortuosas, para ser una primera cita. “Yo tengo 29 años, pero he estado casada y eso me ha sumado 5 años de vejez”, comentaba ella. Él, también se sinceró en tema de amor o, más bien, de desamor. “Yo salí un día antes del trabajo y me encontré a mi expareja en la cama con otro”.

Entre plato y plato la conversación iba fluyendo, pero más como amigos que como si la llama se fuese a encender. Los viajes fueron otra cuestión, que tampoco fue del gusto de la soriana. Mientras ella era una amante de recorrer el mundo, él no había salido de España, y cuando recorría la península era para competir en campeonatos de dardos y salir de fiesta, ganaran o perdieran, con los amigos, además, de montar un poco el show subiéndose a los escenarios en las fiestas de los pueblos.

En los postres encontraron un gusto mutuo por los monólogos. A ambos les encantaba subirse al escenario a contar chistes. La cosa parecía que sí, pero finalmente no. “Yo no me preparo nada. Me tomo unas copas, cojo el micro, me subo ahí y lo que salga”, afirmaba el leonés, algo que al parecer tampoco llegó a calar en lo que buscaba Yaiza.

Finalmente, y tras pagar cada uno su cena, llegó el momento decisivo. Alejandro dio el sí a volver a quedar con la soriana. Ella, por su parte, no compartió el mismo feeling y explicó que no le convencía el hecho de que no hubiese salido de España o que le gustase montar el espectáculo cuando sale de cubatas con sus amigos.

Una cena que finalmente se quedó en una historia que ni siquiera colgó, en algún momento de la cita, la palabra amor.