Noche electoral

Detrás de unas elecciones municipales hay un enorme trabajo. Desde conformar las listas, especialmente complicado en lugares pequeños, al maratón de una campaña, en la que te esfuerzas por informar a los despistados de aquello que has hecho y de lo que te queda por hacer. Por ello, las noches electorales son especialmente emocionantes. Un día largo en los colegios que termina con los resultados del examen de la ciudadanía en las urnas.

En la sede del PSOE, la noche del 28 de mayo fue una auténtica montaña rusa de emociones. Alegría por la sensación del trabajo bien hecho, ganando en votos en toda la provincia, renovando la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de la capital y en otros más, y disfrutando de victorias en lugares pequeños en los que contribuiste a cerrar la lista.

Por otro lado, la tristeza de no haber renovado la confianza de la gente en alguna plaza importante, pensando primero en la parte humana, empatizando con el compañero o compañera que pierde los comicios, para luego ir corriendo a la calculadora para intentar adivinar el impacto en el cómputo de diputados provinciales.

Hay gente que piensa que esa tensión que genera la pasión por unas siglas es similar al hooliganismo del fútbol, pero nada tiene que ver: luchas porque crees de verdad que el proyecto que ofrecemos es mejor que el resto para cambiar la vida de la gente. Habitualmente esa tensión termina tomando una copa con los compañeros, empezando a digerir los resultados y pensando en cómo poder mejorar.

A día de hoy todavía mantenemos la incertidumbre con la mayoría absoluta de Diputación, por lo ajustado de los resultados, pero ya con la vista puesta en la próxima cita del 23 de julio. No hay descanso para quienes vivimos la política con toda nuestra entrega, pero lo que es seguro es que sacaremos fuerzas para volver a darlo todo en convencer de que el proyecto y el equipo socialistas son los mejores a elegir.