La quinta columna, de Patxi Irigoyen para Soria Noticias.
A etas alturas de mes, estamos a punto, más de sacar conclusiones, que de poner medidas. Ya sé que todos los años hablamos lo mismo, y que al final queda en el olvido el noventa por ciento de lo que proponemos o incluso de lo que pensamos. Pero no por ello hemos de dejarlo en el olvido.
Que hemos evolucionado como sociedad no es un descubrimiento. El cambio continuo en nuestras costumbres, y sobre todo en nuestra forma de vida, tiene su pros y sus contras. No hace falta ser ningún lumbreras para ello, pero sí me apetece recordar, y recordarme a mi mismo, que la lógica indica que todo cambio que se produzca, sea donde sea, lleva consigo ventajas e inconvenientes.
Que todos podamos hacer lo mismo, cuando llegue la fiesta y vayamos al monte de Valonsadero, es algo que ni siquiera tiene planteamiento. ¡Faltaría más!. Pero para ir y vivir en el monte, sólo se exigen tres conceptos, y éstos son sagrados:
1.- Respetar el monte
2.- Respetar la tradición
3.- Respetar a quienes comparten con nosotros el monte.
Y lo que sucede es que fallamos en al menos dos -si es que no en las tres-, de las condiciones en que debe celebrarse la fiesta.
Cada día menos se respeta el paraje. Ya no es noticia lo que se recoge en los días siguientes a la fiesta. Y, como una semana después parece que vuelve a estar “casi limpio”, nos quedamos en casa sin autoflagelarnos. “No es cosa nuestra”, porque yo me llevé mi bolsa de basura, y tras haber comido en Valonsadero la traje en el coche a Soria. No es mi problema, pero sí es evidente que de alguna forma participo en activar el vertedero que dejamos en Cañada Honda. Se nos llena la boca cuando hablamos de “nuestro monte”, pero seguimos dejando aquél entorno lleno de mierda. Inaudito. Increíble, pero cierto.
No tenemos en cuenta que la fiesta tiene un protagonista. Los animales, que parecen estar de adorno para algunos casos, son la esencia de que San Juan sea una fiesta como la que es, y como la que queremos que sea. Si es que no estoy equivocado. Los recortadores, los aficionados al toreo -que no al toro-, y los que piensan que esto es un encierro se equivocan. Sobresaliente a los “Amigos de la Saca” porque se ponen las pilas un año sí y otro también para que otros no hagan “su fiesta” de nuestros actos.
Y, por último, el respeto a la pluralidad de quien va a Valonsadero con diversas opciones, pero sobre todo porque puede ir a pasar el día al Monte y no tiene porqué aguantar que cada cien metros haya un grupo de energúmenos con unos altavoces propios de las mejores discotecas para poner la música de modo que tengamos que irnos de la zona todos los que no seguimos esa “corriente” musical. Si no somos capaces de arreglar lo que ya es un problema, no podemos ser capaces de convivir en Valonsadero. Aunque sólo sea pasar unas horas viendo toros y corriéndolos, mientras el sentido de la “otra fiesta” es, simplemente, pasarse la tranquilidad y la convivencia por debajo de su arco de triunfo.