Pura vida

Siempre que tenemos algo de lo que nos sentimos orgullosos, nuestra tendencia natural es compartirlo. Las pasadas fiestas de San Juan son un claro ejemplo de ello. Estos días, hemos visto la ciudad y nuestra provincia imbuida en un ambiente festivo y de tradición, que en mayor o menor medida, todos hemos querido compartir. Encontrarnos o reencontrarnos, celebrar, abrazarnos y brindar han sido las acciones más repetidas.

Después, siempre queda esa resaca sana de sonrisa en los labios y lazos más estrechos. En el pensamiento, la sensación de que esto es vida con mayúsculas, “Vida Verdadera”. Y lo es. Pero si bien en la capital prácticamente todo se ha paralizado en pro de ese festejar y compartir, en algunos lugares de la provincia surgían actividades totalmente diferentes, nacidas de esa misma necesidad de mostrar nuestras particularidades, bondades y privilegios que alteraban los ritmos habituales con celebraciones extraordinarias.

Muchas de ellas llevan consigo una de las mayores inversiones a las que se enfrentan los ayuntamientos, escudriñando en los exiguos presupuestos municipales, con el fin de agasajar a los que partieron en su día. Son también asociaciones culturales, promovidas por los retornados, las que se involucran con sus raíces para hacer que se mantengan vivas despertando año tras año.

Imaginación, ilusión y compromiso para llenar de vida, en celebraciones con más o menos presupuesto para dinamizar los veranos.

De la que me quiero acordar en este momento es una pequeña. Pequeña al menos en cantidad de personas, unas 50. Pequeña por los lugares que ha ocupado, el CEINCE de Berlanga de Duero y un pequeño huerto abandonado en la localidad de Lumías. Estos dos enclaves fueron epicentro de un encuentro de poesía y pensamiento que surgió de la necesidad de compartir de los hermanos Mataix,

Eduardo y Carlos, con la colaboración de Agustín Escolano cediendo su Centro Internacional de la Cultura Escolar, en una iniciativa privada que costearon entre los asistentes. Tanto Carlos como Eduardo son sorianos por decisión propia y no por nacimiento. Sus carreras profesionales no tienen a priori un gran vínculo con el lugar que quieren, habitan y del que se sienten tan orgullosos como para compartirlo.

Han querido mostrarlo desde la poesía, el pensamiento y otros placeres sencillos como la integración en la naturaleza. Adentrándose en la reflexión que supone la búsqueda de la vida verdadera, “De Vera Vita”, que ha sido nombrada en este foro a través de la obra de Françoise Julien, publicada el año pasado, en la cual nos lleva a la idea de aprovechar los momentos para no llegar a una existencia ficticia.

Tal como plantearon personalidades tan singulares como Cecilia Brezmes, Berta y Gregori Cascante acompañados por José Ángel González, quien, entre otras ideas, rescató del Génesis la imagen filosófica de sintetizar la idea de paraíso como lugar con árboles y agua, que a más de uno de los allí congregados, provenientes del árido paisaje urbano, creo que les hizo pensar. Todo ello llegó precedido de las reflexiones, el día anterior, de los poetas Alfonso Brezmes, César Rodríguez de Sepúlveda o William Graves entre otros.

No he podido por menos que acordarme de Quintanas Rubias de Arriba y el huerto poeta de mi amigo Alfonso, que invita al disfrute también entre árboles y agua, como tantos de los pequeños paraísos que atesora nuestra provincia. El sábado y el domingo antes de bajar a bailar en los álamos del Duero, fueron frenéticos de sensaciones para los sanjuaneros en la capital. También para los neófitos rurales de Lumías. Unos y otros volverán a celebrar, ¡ojalá para quedarse!

Todos para reencontrarse con amigos y consigo mismos. Para encontrar la verdadera vida, la “Vera Vita”, que por suerte aquí se siente plena, ávida de que la disfrutemos todos los días del año.