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Rosa Serrano, toda una vida en su bar de Cardejón

Rosa Serrano, toda una vida en su bar de Cardejón

Actualizado 12/08/2023 08:20

A sus 88 años, es una de las vecinas más queridas de esta pequeña localidad soriana. Desde los 10 comenzó a trabajar en un establecimiento que dejó cuando cumplió 65.

Soria tiene en sus pueblos historias que merecen la pena ser contadas. Ese es el caso de Rosa Serrano Gonzalo. A sus 88 años es una institución de Cardejón, su pueblo natal. Todo el que vive, ha residido o ha pasado por allí conoce de sobras a esta persona que durante 65 años ha regentado el bar del pueblo.

A los 10 años comenzó a trabajar junto a su madre en este establecimiento que también servía de ultramarinos y de posada. Recordando eso inicios, Serrano, con voz entrecortada, rememora como su progenitora se tenía que desplazar hasta Soria para comprar los productos “ya que por aquel entonces no venían viajantes”.

Posteriormente, pasó a ocuparse ella de este negocio, mientras su marido trabajaba de camionero. “Estaba yo sola con mis dos hijas. Por aquel entonces daba unas 18-20 comidas diarias. Además, la gente del pueblo venía a tomarse unas cervezas y ya aprovechaban para cenar”, manifiesta.

Multiservicios

Entre los platos que sus comensales jamás olvidaran aparecen los escabechados como la codorniz, la perdiz o el conejo, además de las costillas en adobo, el lomo y los chorizos. Con muchas horas a sus espaldas, cerraba a las 2-3 de la madrugada “dado que me tocaba rellenar las cámaras (recuerda que anteriormente cuando no existían las cámaras tenía que enfriar las bebidas en un pozo) y a las 08:00h. ya estaba levantada”.

A pesar de ese horario tan esclavo, Rosa Serrano era capaz de atender también en una tienda en la que vendía productos de todo tipo como jabón, aceite, frutas e incluso “unas sardinas que me traía mi marido cuando regresaba de San Sebastián”. Al mismo tiempo, este local también servía como posada: “Era de mis abuelos. Al tener tantas habitaciones, numerosos viajantes se quedaban a dormir. Hay que recordar que los coches de antes no eran como los de ahora”.

Querida por todos

Conocida y respetada por sus vecinos, Rosa también dejó huella en todas las personas que pararon en alguna ocasión en su bar. Gente de Zaragoza, Barcelona, de Navarra no se olvidan de ella, independientemente de los años que han pasado: “Raro es el día que no para alguien a verme. Muchos de ellos me siguen preguntando por los chorizos de matanza que elaboraba. Estoy muy orgullosa por todo lo que hecho y me siento muy querida”.

El establecimiento cerró hace 23 años, momento en el que ella cumplió 65. No obstante, los pocos habitantes que quedan -ella recalca que en invierno solo duermen cuatro personas en Cardejón- no se olvidan de Rosa y acuden a tomar café con ella. De la misma manera, un sobrino y un primo “que viene a temporadas” se desplazan hasta su casa para seguir degustando unos platos con los que se les ha caído la baba a medio Soria y Aragón.

“El día que cerramos fue muy triste. Un zapatero que al que llamaban el Urbano y que venía todos los martes me decía que el día que echara la persiana se acababa el pueblo. Tenía razón. Ahora ni los labradores se quedan a dormir aquí”, señala. Con todo ello, Rosa se despide de nosotros con la satisfacción del trabajo bien hecho y con la sensación de sentirse querida por todos los que la rodean, no sin antes salirle la vena de camarera, ofreciéndonos tomar algo en lo que antes era su querido bar.

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