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La nueva generación de becarios es rural

La nueva generación de becarios es rural

Los 'nuevos' becarios conquistan Tierras Altas. La Mancomunidad les ofrece una formación de calidad y ellos aportan su talento para una solución única.

Tierras Altas se ha llenado de vitalidad este verano gracias a la energía de siete jóvenes. Han llegado cada uno desde un punto distinto de España dispuestos a vivir una experiencia que, además de enriquecerles en lo formativo, les cambiará también en lo personal. Tienen algo en común, son becarios y han llegado al kilómetro cero de la despoblación gracias al programa ‘Campus Rural’ del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco). Es una iniciativa que permite a los universitarios de cualquier titulación oficial realizar prácticas formativas en entornos rurales.

Según el propio Miteco, se trata de una apuesta por las potencialidades del territorio, la promoción del empleo joven y el impulso del talento local, fomentando la vinculación de la población de diferentes zonas con los espacios rurales, generando nuevas formas de arraigo y vínculo, que impulsen la actividad y creen oportunidades de empleo en el territorio.

En las Tierras Altas sorianas comprobamos que esto se cumple, pues los jóvenes amplían conocimientos, teóricos y prácticos, crean sinergias entre ellos y con sus tutores, y se involucran en las rutinas de la comunidad enriqueciéndola y enriqueciéndose.

Solución redonda

Puede participar en este programa cualquier administración local, institución, entidad sin ánimo de lucro o empresa legalmente constituida, que desarrollen su actividad en municipios españoles de menos de 5.000 habitantes.

En Soria, tan solo la Mancomunidad ha aceptado el reto este 2023. Su experiencia con el programa Campus Rural arrancó el verano pasado. La arquitecta Gabriela del Río, procedente de la Universidad de Granada, desembarcó en San Pedro Manrique como solución para la entidad, que se reunió con la directora del Reto Demográfico buscando “acelerar los proyectos en marcha y atraer talento joven”, explica Raquel Soria, agente de desarrollo local de la Mancomunidad de Tierras Altas.

Superadas las dudas iniciales, la experiencia se cerró con éxito y este 2023, con más tiempo y capacidad de previsión, se formalizó la solicitud con más de 20 universidades españolas. Finalmente, y tras verse obligados a decir que no a varios candidatos, son seis los seleccionados: dos estudiantes de Arquitectura, uno de Turismo, otro de Geografía e Historia y dos de Derecho. Un estudiante de Sociología se ha unido al equipo para cumplir con sus prácticas curriculares.

Cada mañana apoyan con todo su talento al desarrollo de varios de los proyectos que tiene en marcha la Mancomunidad de Tierras Altas. Están en cuarto de carrera o estudiando un máster, y quienes los tutorizan aseguran que “están sobradamente preparados”. Disponen de los conocimientos que requieren proyectos que pueden resultar vitales para la comarca y, además, tienen las ganas de dejar huella en Soria.

Bueno para ellos...

La Mancomunidad de Tierras Altas ofrece a estos estudiantes unas prácticas de calidad en una administración pública. Esto les ayuda a familiarizarse con trámites y protocolos muy distintos a los que se emplean en la empresa privada. Aprenden y trabajan para levantar proyectos, muchas veces desde cero, y de su labor depende que se aprueben subvenciones dotadas con fondos compuestos por muchos ceros. “No nos podemos permitir captar un becario para que nos ayude a hacer fotocopias, vienen a aprender y a aportar”, añade Soria.

Por ejemplo, los dos estudiantes de Arquitectura trabajan en tres proyectos: el Centro de coworking en Castilfrío de la Sierra, el Museo de las Estelas en Santa Cruz de Yanguas y la rehabilitación del despoblado de Torretarrancho. Las dos estudiantes de Derecho ayudan al secretario de la Mancomunidad en la elaboración de contratos, pliegos y cláusulas administrativas. A mayores, suben la información en la plataforma COFI para poder justificar los Fondos Europeos. Por último, el becario de Geografía e Historia está inmerso en la redacción del documento inicial del Plan Integral de Desarrollo Inteligente y Sostenible de las Tierras Altas; y el de Turismo colabora en el desarrollo de las iniciativas ya definidas del Plan de Sostenibilidad Turística.

"Los proyectos se enriquecen con su visión. Sus ideas son frescas y están más que preparados"

“Hemos configurado equipos de tres personas, un tutor y dos estudiantes, y el resultado son proyectos distintos al original, más que enriquecidos. Ellos suman con su visión personal y sus ideas frescas, nosotros les paramos los pies con los presupuestos”, explica Ignacio Beltrán, arquitecto de la Mancomunidad.

Por si la motivación no fuese suficiente, el Ministerio les otorga una beca de 1.000 euros brutos mensuales. A mayores, la Mancomunidad les reserva una ayuda de 150 euros al mes para hacer frente al alojamiento.

...y para Soria

Los seis becarios del Campus Rural conviven en una casa en San Pedro Manrique. Esto ha llenado de alegría el pueblo. Julián Hernández, técnico de Turismo de la Mancomunidad, asegura que sirven como ejemplo de que los jóvenes son “personas muy preparadas y comprometidas”.

Se han involucrado en la vida de la comunidad. Cada tarde recorren la comarca descubriendo sus tesoros patrimoniales y naturales y, los fines de semana, no se pierden una verbena. También se han ofrecido a dar clases de zumba o enseñar a hacer infusiones. Es decir, cuando completen su beca dejarán un recuerdo difícil de olvidar.

"Lo mejor es poder trabajar en proyectos desde cero"

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La beca en la Mancomunidad les permite involucrarse en proyectos desde cero y de obra nueva, todo un sueño para estudiantes de Arquitectura.

Alejandra Bazán (28 años) y Carlos de Dios (25 años) son los dos becarios de la rama de Arquitectura que trabajarán y aprenderán este verano en la Mancomunidad. Ella estudia un máster en Proyecto Avanzado de Arquitectura y Ciudad en la Universidad de Alcalá de Henares. Él está terminando la carrera en la Universidad de Castilla-La Mancha. La Mancomunidad les ha ofrecido algo más que interesante para cualquier estudiante, involucrarse en proyectos que arrancan de cero y, como en el caso del Museo de las Estelas de Santa Cruz de Yanguas, siendo de obra nueva. No solo pueden hacer labores de medición, levantamiento de planos y empaparse de toda la documentación; también se les va a enseñar a redactar las memorias, familiarizándolos con conceptos como presupuestos, instalaciones eficiencia energética…Es decir, se llevarán una idea completa del trabajo en una administración pública.

Destacan la oportunidad de “trabajar en equipo” de forma “cercana”. Tras conocerlo, no descartan buscar empleo en el ámbito rural.

"Podemos tomar la iniciativa y eso nos permite crecer"

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El Campus Rural les ha abierto las puertas al derecho administrativo y la Mancomunidad les ofrece un lugar donde desarrollarse de forma activa.

Blanca Aparicio (22 años) y Marina Pascual (24 años) estudian el Máster en Abogacía en la Universidad de Castilla-La Mancha y de Zaragoza, respectivamente. Ellas optaron por las becas del Campus Rural porque les iban a acercar al derecho administrativo, prácticamente inaccesible en el ámbito privado. También valoraron la oportunidad para “probar una experiencia nueva, lejos de casa y de lo conocido hasta el momento”.

Lo que se han encontrado supera sus expectativas. Colaboran con el secretario en tres proyectos de cultura, comercio y turismo. “En otras incursiones en el mundo laboral nuestra función se limitaba a acatar órdenes y cumplir con las tareas encomendadas, aquí nos dejan tomar la iniciativa y eso nos da libertad para crecer”, aseguran.

Ponen en valor la convivencia entre los becarios y destacan la “vida” que tiene en verano la comarca. Aprovechan las tardes para “hacer rutas e ir a la piscina”, y afirman que “no echamos nada de menos”. Tienen coche particular y “Soria queda a un paseo”, por lo que también van al gimnasio o de compras.

"No hay un lugar mejor para aprender sobre despoblación"

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La experiencia les va a dar las herramientas para acercarse a las necesidades de Tierras Altas. Ellos pondrán sus conocimientos para intentar darles solución.

Alejandro Antelo (22 años) estudia el doble grado en Geografía e Historia en la Universidad de Sevilla. Ángel Clerencia (21 años) está acabando Sociología en la Universidad de Salamanca. El primero es becario del Campus Rural y Ángel está cursando sus prácticas para acabar sus estudios. Los dos coinciden en que “saltar a la práctica y entrar en contacto con la población” son los aspectos más positivos de la experiencia.

Colaboran con el Plan Integral de Desarrollo Inteligente y Sostenible de las Tierras Altas, y se centran en la redacción del documento para que lleguen a la comarca unas ayudas del Estado vitales para intentar paliar la situación demográfica. Les “apasiona” el tema, y expresan que “no hay un lugar mejor para conocerlo y ser conscientes de su problemática que la zona 0 de la despoblación”. Ellos ya se planteaban poder desarrollar su carrera en el ámbito rural, ahora lo ven “más claro”.

"Me he capacitado y quiero quedarme"

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Tras la beca del Campus Rural, Gabriela del Rocío se ha enamorado de Tierras Altas y las Tierras Altas se han enamorado de esta arquitecta.

La Mancomunidad de Tierras Altas ha ganado, y mucho, con las becas del Campus Rural. Con ellas buscaban atraer talento joven y en su primera edición consiguieron, además, retenerlo. Gabriela del Rocío llegó en julio de 2022 y sigue allí un año después.

Procedente de Ecuador, se matriculó en un máster de Rehabilitación Arquitectónica en la Universidad de Granada y postuló a la beca. Resultó seleccionada, y después de sortear las dificultades de la vivienda en la España Vaciada, hizo las maletas y viajó hasta Soria acompañada por su amplia sonrisa, sus ganas ilimitadas y su pareja.

Llegó con su marido y sueñan con quedarse: “Soria tiene casi todo”

Aparcó el coche frente al que iba a convertirse en su hogar, la antigua escuela de niñas de Ventosa de San Pedro, y comprobó de primera mano que “la realidad es muy distinta a lo que se cuenta en las noticias”. Ya dentro de la Mancomunidad, “aprendí, aprendí y aprendí”. Se familiarizó con la forma de trabajar de una entidad pública y la experiencia resultó “buenísima para ella y maravillosa para nosotros”, apunta Raquel Soria, agente de desarrollo de la Mancomunidad de Tierras Altas.

Tan buena fue que Gabriela del Rocío acabó contratada y con una apuesta decidida por “convalidar mis estudios y quedarnos a vivir aquí”. Su marido, aparejador, encontró trabajo en el sector de las energías renovables y ella, empadronada ya en “mi pueblo” lo tiene claro: “Vives donde tienes trabajo, pero nosotros queremos trabajar aquí”.

El análisis que ella realiza de la Soria rural es más que certero. Si coloca el empleo como un pilar fundamental para la atracción de población, considera vitales los servicios. “Se debería empezar por mejorar las pequeñas cosas. La farmacia no abre todos los días, la gasolinera solo funciona a ciertas horas, el agua tiene problemas de contaminación y la luz e internet se van cuando hay tormentas. Esto es lo que verdaderamente echa para atrás a quien quiere vivir en un pueblo”, expresa tajante.

Todo lo demás la ha “enamorado”. Por fin conoce la nieve y ha recolectado setas. También se ha hecho con el carácter de los sorianos, “muy reservados al principio para abrirte las puertas de su casa de par en par”.

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