Los sorianos que toman la fresca podrían convertirse en un Bien de Interés Cultural

¿Hay algo más habitual en los pueblos de Soria durante el verano que tomar la fresca? Cada mes de junio, cuando arranca la temporada estival, las calles de las localidades de la provincia cambian su aspecto por completo. Del silencio de los inviernos a las conversaciones que se alargan hasta bien entrada la madruga.

Vecinos y forasteros se juntan cada noche en las puertas de sus respectivas casas. En sillas, bancos o en las propias escaleras de sus hogares, estos comparten un sinfín de anécdotas, sin dejar a un lado la actualidad del pueblo, tratando de refrescarse después de una jornada en la que el calor ha sido la tónica dominante.

Ahora, con el fin del verano numerosos sorianos, que apuran los últimos días de conversaciones con estas características, comienzan a recoger sus sillas con la esperanza de que esta tradición nunca se pierda. Para ello, Algar, un pueblo situado en la provincia de Cádiz, solicitó en 2021 a la Unesco que tomar la fresca fuera declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

No obstante, antes de ese paso, la localidad gaditana, aconsejada por la Junta de Andalucía, está trabajando porque este acto rutinario en muchos pueblos de España sea declarado Bien de Interés Cultural, condición indispensable para después ser nombrado Patrimonio Inmaterial. Con los primeros trámites ya en marcha, los sorianos que el próximo verano vuelvan a tomar la fresca podrían convertirse en un BIC.