El Bocyl publica el anuncio por el que se abre el periodo de alegaciones antes de ser catalogado este paraje como Bien de Interés Cultural como Zona Arqueológica.
En su edición de hoy, el Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl) recoge el anuncio por el que hace pública la exposición abierta del expediente para declarar como Bien de Interés Cultural (BIC), con categoría de Zona Arqueológica, el yacimiento de Los Tolmos, en Caracena.
A tal fin la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte abre el plazo de un mes para que puedan ser cursadas las alegaciones que se consideren pertinentes. Se da así cumplimiento a la ley de Patrimonio Cultural de Castilla y León.
El yacimiento
El yacimiento arqueológico se encuentra al sur de la localidad de Caracena, en el municipio del mismo nombre, situado en el extremo suroeste de la provincia de Soria, ocupando 4,9 hectáreas sobre las suaves pendientes de un meandro del río en el estrecho desfiladero en el que destacan dos pequeñas mesetas pétreas o tolmos que le dan el nombre. Esta localización resguardada, junto con unas características favorables al cultivo, deben ser la explicación de la sucesión de ocupaciones humanas del lugar. Las excavaciones arqueológicas realizadas entre finales de los años 70 e inicios de los 80 del siglo XX permitieron reconocer e investigar asentamientos de la etapa media de la Edad del Bronce, época tardorromana y medieval.
Tal vez sea la primera de las ocupaciones la más reconocida de Los Tolmos, pues de esta, desarrollada hacia la mitad del II milenio a C, se conocen dos cabañas de planta rectangular y esquinas redondeadas, perímetro de troncos con cierre de manteado de barro y cubierta vegetal, así como algunos enterramientos en fosa, uno de ellos junto a una de las cabañas –un individuo joven replegado y en posición forzada obtenida mediante atado con soga– y otro, esta vez triple, de una madre joven junto a su neonato, filiación reconocida por el ADN mitocondrial, y una mujer madura, en un área diferente del yacimiento.
Los análisis polínicos pusieron de manifiesto que, durante la Edad del Bronce, en el lugar predominaba la pradera, con presencia de bosque abierto con especies como el abedul o el pino, un entorno que ofreció buenas posibilidades para el desarrollo de una economía ganadera basada en ovicápridos, bóvidos y caballos, de tipo pastoril, apoyada en pequeños rebaños, si bien se sostiene que el grupo que ocupó Los Tolmos debió hacerlo sobre todo en primavera-verano, dada la presencia de hogares fuera de los lugares de habitación, lo que viene a demostrar que las cabañas, dado su reducido espacio, sólo se utilizaron como protección nocturna. La temporalidad parece también confirmada por las investigaciones sobre las especies animales encontradas y las fechas de matanza de éstas. Su economía se veía completada por la actividad cinegética y por la existencia de pequeños cultivos cerca del yacimiento, aspecto este último evidenciado por los análisis polínicos y por la aparición de restos arqueológicos como dientes de hoz y molinos.
En cuanto a la cultura material, se hallaron las típicas producciones cerámicas de la época en la Meseta, mayoritariamente lisas, aunque comparecen elementos de decoración plástica, impresa e incisa, destacando los motivos en espiga, zig-zag o retícula, así como, de manera mucho menos representada, la excisión y el boquique. Los elementos metálicos encontrados son de cobre prácticamente puro y entre ellos se hallaron un hacha plana, tres puntas de flecha con pedúnculo y aletas, una hoja plana de un pequeño cuchillo-puñal y tres punzones cuadrangulares, elementos que coinciden formalmente con los útiles en hueso. Este material trabajado sobre hueso está representado por punzones para perforar pieles o cuero; otros con una zona posterior destinada posiblemente al ajuste de un mango o a su utilización como leznas; otros biapuntados con una finalidad posiblemente textil, ya que también se ha encontrado una pesa de telar de cerámica, y por último algunos pequeños que pudieron utilizarse para la decoración de cerámica. También se fabricaron espátulas, puntas de flecha, un pequeño puñal, botones con perforación en «V» y colgantes, para lo que también utilizaron colmillos de animales.
Entre el material lítico, menos variado y más escaso, destacan las hojas de hoz realizadas en sílex y un conjunto de lascas y láminas de dorso denticulado, que junto a los molinos barquiformes encontrados, confirman la existencia de una incipiente agricultura. También apareció un hacha pulimentada, una punta de sílex y un perforador.
Dos milenios después, volvió a ser ocupado el lugar en época tardorromana, probablemente a finales del siglo IV d.C., datación que procede tanto del hallazgo de fragmentos de Terra Sigillata, como de la fecha postquem de dos monedas de Máximo Arcadio. A este momento corresponden suelos de habitación, realizados con tierra apisonada o con empedrados de pequeños cantos de río. En un sector diferente al de estas estructuras de habitación, superpuesta también a la inhumación triple de la Edad del Bronce, apareció una tumba infantil de época romana, cubierta por un amontonamiento de piedra. La inhumación presentaba en la zona de los pies, al igual que en la cabecera, sendas páteras (platos o cuencos de poco fondo) de bronce decoradas con gallones apuntados, aprisionadas por las piedras que formaban parte de la cubrición. La tumba tenía una orientación E-W.
Existen evidencias de una última ocupación, de época probablemente medieval, a la que se adscribirían algunas estructuras constructivas, aterrazamientos y viales, que siguen siendo visibles a día de hoy.
Las características favorables del emplazamiento y la existencia de un poblamiento humano a lo largo de casi 4000 años, en el que destaca, por su antigüedad y tipología, el asentamiento estacional de gentes que levantaron y habitaron cabañas de entramado vegetal, realizaron fuegos al exterior y de las que reconocemos varias inhumaciones del Bronce Medio, datadas en la primera mitad del II Milenio, hacen de este uno de los yacimientos arqueológicos más señeros de la época reconocidos e investigados en el oriente de la Meseta Norte.
Atendiendo a la distribución y dispersión de los materiales arqueológicos se delimita como zona arqueológica el área comprendida en su entorno visual y ambiental inmediato, ámbito espacial necesario para encauzar jurídica y materialmente la protección del yacimiento, garantizando su protección, contemplación y estudio.
Delimitación zona afectada
La zona arqueológica que se delimita comprende íntegramente las parcelas 14,15, 16 y 180 del polígono 9, las parcelas 1-13, 130 y 9002 del polígono 8 y parcialmente las parcelas 123 del polígono 8 y 10224 del polígono 9 según numeración del SIGPAC de Castilla y León.
La descripción literal de la zona afectada por la declaración, empezando por el límite norte, es la siguiente:
Norte: Parte de la esquina noroeste de la parcela 14 del polígono 9, cruza el río Caracena por el límite sur de la parcela 14 del polígono 8, para enlazar con la esquina noroeste de la parcela 13 del polígono 8 cruzando la parcela 123 del mismo polígono, continúa por el límite norte de las parcelas 13 y 12 del polígono 8.
Este: Límite oriental de las parcelas 11, 12 y 9 del polígono 8.
Sur: Parte de la esquina sureste de la parcela 9 del polígono 8, cruza el río Caracena y continúa por el límite sur de la parcela 180 del polígono 9, desde cuya esquina enlaza con el río (pasando por la parcela 10224 del polígono 9) que sirve de límite suroccidental, hasta su unión con la esquina meridional de la parcela 16 del polígono 9.
Oeste: Desde el punto anterior hasta la esquina noreste de la parcela 14 del polígono 9 por el límite occidental de las parcelas 14, 15 y 16 del polígono 9.
El Bocyl puede ser consultado en este enlace.