Aquel año fue constatado otro seísmo precisamente también en septiembre, si bien el epicentro fue localizado en la localidad riojana de Alguilar del Río Alhama.
Como una "anécdota" calificaba esta tarde la alcaldesa de Ólvega, Elia Jiménez, el seísmo que se ha dejado notar en torno a las tres y cuarto de la tarde de este martes, 26 de septiembre en la zona del Moncayo. Precisamente 62 años y 23 días después de que también otro pequeño terremoto causase incertidumbe en el este provincial, si bien en aquella ocasión, el epicentro fue localizado por el Instituto Geográfico Nacional (IGM) en la localidad riojana de Cervera del Río Alhama, mientras que ahora el punto ha sido ubicado en Purujosa, población enclavada en la cara aragonesa del Moncayo. En aquella ocasión el sismo alcanzó una escala de 4,5 mientras que el de hoy ha sido de 4,2.
El fenómeno ha sido percibido por la población del este provincial incluso en la zona de La Rinconada, donde el alcalde de Matalebreras, Ignacio Sebastián, ha admitido que él mismo ha sentido el temblor cuando se encontraba en su domicilio. "Estaba en el sofá y sí, lo he notado, aunque después he ido a tomar café al bar y la gente no lo había sentido", ha comentado.
Mientras, en la vega del Rituerto, en localidades como Pinilla del Campo refieren que se ha escuchado "como una explosión" y también algo de inestabilidad bajo los pies, algo parecido a lo que han percibido en Cueva de Ágreda a la misma hora.
En Ágreda el temblor se sentía con dos sacudidas, según fuentes de los vecinos. El alcalde, Jesús Manuel Alonso, ha indicado que al encontrarse de viaje no ha notado el terremoto, pero sí una gran parte de sus paisanos, muchos de ellos en sus casas, aunque, como en los testimonios anteriores, el temblor no ha provocado daños.
1961
Los más mayores de Ágreda recuerdan aún el terremoto que se vivió en 1961 y que causó temor entre la población. Son anécdotas que todavía se conservan en las retinas de quienes lo sintieron. Aquella vez, los temblores fueron quizá más intensos, aunque sin provocar daños reseñables. Las sacudidas comenzaron poco después de las doce y media de la medianoche, para volver a repetirse a la 01:40, lo que llevó a que la gente, ya con el aviso previo y la inquietud, saliese de sus casas.
Muchos agredanos corrieron hacia el Cerro de la Coronación, al menos como precaución. Viendo que la cosa parecía haber cesado, regresaron a sus hogares, más confiados, pero aún con el obligado recelo que causan estas situaciones. Sin embargo, el desasosiego volvió a aparecer, ya que a las tres y cuarto de la mañana una nueva réplica hacía saltar de la cama al vecindario, aunque la sacudida fue la última. Muchos, aún con el susto el el cuerpo, decidieron permanecer fuera de sus domicilios unas cuantas horas más.
En el propio Moncayo, en Vozmediano, una hora antes del terremoto, el nacimiento del Queiles, uno de los más caudalosos de Europa, cesó de manar instantáneamente, lo que en cierta medida sorprendió. Después del seismo, volvió a recuperar el caudal, aunque son muchos quienes siguen asegurando que el flujo de agua no ha llegado a alcanzar los valores anteriores.
Y otra anécdota más. En el entonces Muro de Ágreda, ahora sin apellido, al regente del bar, a la hora hora de cierre del establecimiento, el sismo le pilló sin clientes y recogiendo. El tintineo de los vasos, copas y botellas en las estanterías le llevó a pensar en la entrada de algún intruso, empuñar una escopeta y preguntar con el arma en la mano: "¿Quién va?". Eran, evidentemente, otros tiempos, aunque siguen siendo los mismos en lo que es la inquientante inestabilidad del suelo.
Aún así y todo, al menos, el temblor de hoy se queda en eso, en algo para recordar y comentar como se hace en estas líneas ahora.