No respiro

El Partido Popular tiene una curiosa forma de interpretar nuestro modelo parlamentario y de asignar el adjetivo de democrático o antidemocrático. Ya lo vimos en las elecciones municipales y autonómicas, cuando durante la campaña decían que debía gobernar la lista más votada para luego hacer todo lo contrario allí donde le salían los números.

Resulta que tras las generales esos números no cuadran. Echarse en manos de la extrema derecha para tocar pelo allí donde han podido ha hecho que se queden prácticamente solos con ellos en el Congreso. Siendo Feijóo el “líder” del partido más votado, tiene el encargo del Rey de intentar formar gobierno. Poco lo ha intentado, la verdad.

Viendo ya de lejos su fracaso en la investidura y con el aliento de Ayuso en la nuca -de ahí las comillas en líder-, el PP monta hasta una manifestación escasa de público como primer acto de oposición al reeditado gobierno progresista de PSOE y Sumar. Feijóo tira la toalla antes siquiera de explicar en sede parlamentaria para qué quiere ser presidente de España y da por segura la investidura de Pedro Sánchez. Están el la actitud infantil del “me enfado y no respiro”, tratando de crear polémicas absurdas sobre una presunta amnistía, trasladando ese debate ficticio a los ayuntamientos e intentando incendiar la convivencia de manera artificial y completamente irresponsable.

Las derechas siempre viven cómodas en la confrontación y en el barro, más aun cuando ven que se les escapa la posibilidad de hacer desde el Gobierno lo que ya van perpetrando en algunas CCAA de la mano de los negacionistas del machismo, el odio hacia el colectivo LGTBI o el cambio climático. No les preocupa la igualdad entre las personas y los territorios, únicamente tienen el interés de cambiar todo lo que hemos avanzado para que nada cambie.