Cómo cortarlas, dónde transportarlas y cómo evitar sustos innecesarios. Te contamos todo lo que necesitas saber este otoño antes de salir al monte a por setas.
Cuando termina el verano, los sorianos se lanzan al monte en busca de uno de los manjares más exquisitos del otoño. Las setas y hongos son los ingredientes principales de un gran número de platos estrella de esta temporada y aunque siempre se puede acudir a comprarlos en tiendas y supermercados, ir a buscarlos a la naturaleza resulta un gran entretenimiento otoñal en sí mismo. Sin embargo, como en todo, existen una serie de normas y recomendaciones que pueden convertir estas salidas en mucho más provechosas, tanto para el recolector como para el monte.
Hay muchas acciones que podemos llevar a cabo de forma individual para contribuir en el cuidado de nuestros entornos naturales y la proliferación de las setas, incluso cuando nos las estamos llevando a casa. Para recogerlas, lo mejor es cortarlas, ya que arrancarla puede dañar irreparablemente el micelio que son, por decirlo de alguna manera, las raíces de los hongos.
Un cepillo puede ayudar a despejar la hojarasca y descubrir secretos ocultos y siempre hay que guardarlas en cesta una vez cortadas. No solo para que el producto se deteriore menos de lo que lo haría en una bolsa de plástico, sino también para que sus esporas se puedan diseminar por el monte y reproducirse.
Otra norma básica puede parecer obvia, y es no ingerir nunca una seta que no se reconozca del todo. La mayoría de las variedades que crecen en Soria en otoño son difíciles de confundir, pero existen algunas que pueden generar confusión. Por ejemplo, la amanita cesárea es muy reconocible por su color naranja una vez ha crecido. Sin embargo, algunas variedades son blancas cuando son pequeñas y pueden confundirse con champiñones silvestres. Si tiene vulva, será una amanita y habrá que tener cuidado porque la variedad faloide, que crece en la provincia de Soria, puede ser mortal.
Los boletus son, por lo general, todos comestibles. Se reconocen por tener una serie de poros que hacen que parezcan tener una esponja donde otros tienen láminas. Los níscalos son fáciles de reconocer: de un color rojo-anaranjado con círculos que se van oscureciendo hacia la zona del centro. Los pies azules reciben su nombre de su particular color azul violáceo y pueden medir hasta 12cm de diámetro. Los parasoles son blancos, con escamas marrones y tienen un gran sombrero que puede llegar a medir unos 25cm. Y las setas de cardo no te las encontrarás en el monte, sino en el campo, junto a, valga la redundancia, cardos. Suele medir entre 4 y 12cm de diámetro, tener bordes curvados y un color beige o pardo, con una base más clara. Todas estas variedades son comestibles.
A pesar de que en este artículo sólo hemos hecho un repaso por lo que necesitas saber una vez estés en el monte en busca de setas, recuerda que lo primero que tienes que tener es un permiso o licencia en vigor, o haber investigado cuáles son los requisitos de recogida en el municipio en el que pretendes recolectarlas. Te dejamos más información sobre permisos y licencias en este artículo.