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Crónica | Ruta medio frustrada de la recolección micológica en la provincia de Soria

Crónica | Ruta medio frustrada de la recolección micológica en la provincia de Soria

Actualizado 15/10/2023 19:32

Nos metemos en los montes sorianos para recoger setas. Nuestro objetivo es encontrar boletus, pues se comenta que están plagados de ellos. Sin embargo, nuestro objetivo se ve truncado.

La mañana empezó animada. Nada más llegar a nuestro punto encontramos cuatro níscalos. Aunque no eran muy grandes, tenían el tamaño idóneo para ser recolectados. La buena y la mala noticia es que, al encontrar setas nada más pisar el monte los ánimos y la emoción surgieron tan rápido como se fueron. Tras un rato rebuscando entre la hojarasca de los pinos y después de caminar durante una hora, la cesta apenas se había llenado. Menos mal que la climatología era perfecta, incluso hacía un poco de calor. Todo contra pronóstico, pues mientras cruzábamos Navaleno la niebla se nos echó encima durante una parte del trayecto.

El punto exacto de donde paramos no me lo sé, pero de saberlo tendría prohibido decirlo. Ya se sabe que las localizaciones están muy bien guardadas por los locales de la provincia. Y, así era. Nuestro guía nos había llevado conociendo la zona, sabiendo que era un lugar de poca fama fuera de las fronteras sorianas. A pesar de ello, por suerte o por desgracia, allí se encontraban dos parejas realizando la misma actividad, aunque sus cestas iban algo, por no decir bastante, más llenas que la nuestra. Tampoco era de extrañar, pues no habíamos madrugado lo suficiente para la recolección. Sin embargo, tampoco era nuestro objetivo. Nosotros queríamos pasar una mañana en medio de la naturaleza y disfrutando de la paz y de la tranquilidad que aportan los montes sorianos.

Volviendo a las parejas de turistas, nos contaron que venían en busca de boletus, pues habían leído en la prensa local que la provincia estaba plagada de ellos. A pesar de tal información tan solo habían encontrado, al igual que nosotros, níscalos. Aún así estaban muy animados en la recolección.

Nos confesaron que tan solo uno de los ellos sabía reconocer cuáles eran las setas buenas y cuáles las venenosas, pero que el resto caminaba emocionado y con ganas de coger tantas como fuera posible.

Tras un rato hablando de la frustración por no encontrar boletus, el conocedor de hongos miró al suelo y exclamó, “mira aquí hay uno”, bajo el asombro del resto que llevábamos un buen rato charlando y compartiendo nuestra experiencia.

Después de hablar un poco más, nos deseamos suerte mutua en nuestro objetivo, aunque sabíamos que ninguno de los dos grupos iba a tener la suerte que buscábamos.

Las horas habían pasado y apenas habíamos llenado media cesta, así que con las mismas, y con un sentimiento agridulce, por haber encontrado alguna, pero no tantas como deseábamos, pusimos rumbo de Soria para finalmente disfrutar de este pequeño manjar que nos regaló la tierra.

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