Hoy recordamos uno de los episodios más famosos de la historia de los medios de comunicación para celebrar el día más especial de la spooky season.
El 30 de octubre de 1938 varias naves alienígenas aterrizaron en Nueva Jersey. Una incursión sangrienta en la que acabaron con la vida de varias personas, incluso con la de uno de los reporteros que narraba el acontecimiento. Bueno, o al menos eso es lo que pensaron los millones de personas que escuchaban ese día el programa radiofónico de un tal Orson Welles, que decidió adaptar la historia de ‘La Guerra de los Mundos’. Una dramatización a modo de ‘especial de Halloween’, en plan spooky, que iba acompañada de varios avisos, a lo largo de la narración, de que lo que se estaba emitiendo era ficción.
¿Por qué, entonces, desató la histeria colectiva entre los habitantes de los estados vecinos, saturando carreteras, supermercados y comisarías? Existen varias explicaciones. La primera, que la radio contaba ya con una gran credibilidad y se había establecido como un medio fiable. Al final, la novedad siempre llama. La segunda, que ante un aviso así y pudiendo haber tenido la radio apagada en el momento de la aclaración, imperara el instinto de supervivencia. La última opción es que todo sea, en realidad, mentira. No lo del numerito de radio de quien se convertiría en uno de los mejores directores de cine de la historia. Eso sí pasó. Pero muchos creen que los estragos de la emisión fueron exagerados o inventados por la prensa escrita, que tenía ganas de tirar shade a un medio que les estaba quitando relevancia. No les sentó bien dejar de ser el número 1 en nuestros corazones.
Sea cual sea la explicación, muchos miran a estos ciudadanos aterrorizados por encima del hombro, negando que algo así pudiera repetirse en la actualidad, pero en esta sección odiamos la condescendencia. Y por eso, cabe recordar que no hace ni 10 años de 2014, cuando Jordi Évole tuvo a media España en vilo frente al televisor con su falso documental sobre el 23F.
Volviendo a Welles, no es que le fuera del todo bien en lo personal, que fue bastante problematic, ni en lo profesional, porque se quedó un poco con las ganas de volver a estar entre los top de Hollywood en vida. Pero lo que sí consiguió fue dejar grandes obras para la posteridad, entre ellas, Ciudadano Kane, en la que cargó directamente contra uno de los grandes magnates de la prensa amarillista. Toma esa, prensa rencorosa.
Decir que al multimillonario William Randolph Hearst le sentó mal que le ridiculizaran en una película sería como decir que a Hailey Bieber le sienta mal que Selena Gómez viva en el mismo planeta que ella. Sería decir poco. Pero como escribió Taylor Swift, “el karma es un pensamiento relajante”, y creo que eso es lo que piensa el fantasmita de Welles desde el más allá cada vez que hablan de su película shady como la mejor obra audiovisual de la historia. Slay, Orson. Slay.