La muerte, y lo que hay o no hay después de ella, supone una de las grandes incógnitas de la humanidad. Sin embargo, hay otras cuestiones que sí tienen respuesta. Expertos de diversos ámbitos ayudan a resolverlas.
Ante el fallecimiento de un familiar o amigo próximo todos pasamos por un proceso de duelo. Se debe transitar por el dolor hasta acabar asimilando lo más duro, lo que nos rompe y rasga, que nunca más veremos a esa persona. Jamás volveremos a sentirle ni a olerle y se requiere superar cinco fases (con un orden que puede variar según las personas) que se extienden aproximadamente durante un año. Rosario Magaña, psicóloga, recomienda servirse de la fuerza que aporta el recuerdo de lo vivido y de lo compartido. También considera importante despedirse y aconseja incluso hacerlo con una carta. El duelo no puede obligar a abandonar la vida, y cuando afecta de forma significativa a las rutinas diarias después de un año se puede pensar en pedir ayuda. Buscar a alguien que escuche y valide los sentimientos.
Psicóloga: Rosario Magaña
Los niños también sufren con las pérdidas y al dolor se añade el desconocimiento. Cuando alguien de su entorno fallece se debe hablar con ellos desde la tranquilidad y el cariño. “No se debe mentirles ni fantasearles, tampoco intentar hacerles creer lo que nosotros mismos no creemos”, explica Rosario Magaña. Antes de sentarnos con ellos hay que tener en cuenta que van a hacer preguntas dolorosas y otras en las que la respuesta no va a gustar, pero no hay que intentar explicar lo que no se comprende. “Hay que dejarles llorar y llorar con ellos, validar sus sentimientos y permitirles expresarlos. Que escriban o dibujen si no saben ponerles palabras”, refiere la experta.
Psicóloga: Rosario Magaña
Los trámites posmortem son más que tediosos. Se unen al dolor de la familia para complicar todavía más el proceso. No obstante, si se conocen se simplifica todo. Para poder acceder a una herencia, lo primero es conseguir el certificado de defunción y con él se piden las últimas voluntades, documento con el que se conoce si la persona había dejado testamento. Si no es el caso, se complica y alarga el proceso porque habría que solicitar una declaración de herederos (con las últimas voluntades, el libro de familia y dos testigos); y para que esta se pueda expedir tienen que transcurrir 20 días hábiles (por si aparecen personas implicadas o alguien quiere impugnar). La notaria Amaya Martínez aconseja hacer testamento (por 45 euros y en cualquier notaría de España): “Facilita la tramitación sobre todo en personas solteras, además dispones de tus bienes como quieres y no como te obliga la ley”, expresa.
Notaria: Amaya Martínez Nieto
Aunque todo el mundo sueña con la herencia millonaria de algún tío lejano, de estos trámites no todo es bueno y hay casos que llegan a atragantarse. Para romper algún mito, Amaya Martínez aclara que, en Castilla y León, “en herencias de padres a hijos los primeros 400.000 euros de cada uno están libres de impuestos”. Recuerda también que “se puede renunciar a la herencia al completo, pero no solo a una parte de ella”. También existe quien, sirviéndose del testamento, pretende desheredar a quien no estuvo lo suficiente en vida. La notaria no lo aconseja salvo que existan pruebas manifiestas de alguno de los casos que contempla el Código Civil (maltrato o amenazas). En la situación más común, la de los hijos, recomienda dejarle a quien se quiere desheredar la legítima estricta (1/3 dividido entre el número de hijos) y repartir el tercio de mejora y el de libre disposición según su voluntad.
Notaria: Amaya Martínez Nieto
Los médicos no tienen una profesión sencilla. Están capacitados para salvarle o alargarle la vida a alguien, pero también están familiarizados con las malas noticias. Se enfrentan a ellas de forma casi diaria y la experiencia es su maestra, pues no se les prepara en el ámbito afectivo. “Es duro dar un diagnóstico nefasto y lo es más en el caso de los médicos de familia porque conocemos a nuestros pacientes”, expresa Clemente Viana. Considera vital ofrecer la información que el enfermo y la familia necesitan, “sobre los procesos que atravesará desde el diagnóstico y las complicaciones que pueden surgir”, porque “el miedo al dolor es, incluso, más habitual que el miedo a la muerte”.
Médico de familia Clemente Viana
Los cristianos consideran cuerpo y alma como una unidad indisoluble. Con la muerte, el alma abandona el cuerpo para ir a la presencia de Dios, pero creen en la resurrección de los cuerpos y en que estos esperan su encuentro con el alma. Por eso recomiendan, tras un fallecimiento, optar por un entierro tradicional y conservar el cuerpo entero. La experiencia del sacerdote José A. García es que las personas con fe enfrentan con más entereza el sufrimiento: “Los cristianos encontramos un sentido al dolor, porque del mismo modo que padeció Cristo, este redime y salva vidas. Además, la esperanza en la resurrección y en otra vida aleja la desesperación ante el final”, refiere.
Sacerdote José A. García Izquierdo
Es inevitable y parte de todos, pero la muerte siempre es sinónimo de dolor, sufre quien pierde y debe acostumbrarse a vivir con el recuerdo. Cada cultura posee rituales propios para despedirse de sus muertos y, en Soria, todos tienen cabida. Los musulmanes también creen en la vida después de la muerte, por lo que deben prepararse para el “examen” en el que serán juzgados por sus hechos. Los fallecidos deben enterrarse, pues la incineración está prohibida en el Islam. Aunque la mayoría de musulmanes prefieren descansar en sus países de procedencia, la Comunidad Islámica de Soria solicitó formalmente en 2005 disponer de un espacio propio dentro del cementerio de Soria, pero nunca hubo respuesta”, asegura Ahmed El Botaybi, exmiembro del colectivo. “Normalmente se entierra sin ataúd, se deja el cuerpo sobre la tierra, pero en Soria usamos féretro para cumplir con la normativa local”, explica. La persona debe quedar tumbada sobre su lado derecho y con la cabeza en dirección a la Meca. Los musulmanes no llevan flores, “solo acostumbramos a regalar algo para apoyar económicamente a la familia”, cuenta.
Ahmed El Botaybi
La cultura china es apasionante. Aunque reservados y celosos de su intimidad, los chinos cada vez se abren más a sus vecinos sorianos para compartir con ellos sus buenas y malas noticias. Sí, mueren en Soria y, cada vez más, deciden descansar para siempre en esta tierra. Aunque los de mayor edad todavía prefieren regresar a ‘su pueblo’, en China, para ser enterrados allí, los más jóvenes cada vez se plantean menos esa opción. Según cuenta una soriana de origen chino, su ritual ante un fallecimiento es conservar el cuerpo en casa (como mínimo durante tres días pero depende de la fecha en que se produzca la muerte) para que familiares y amigos puedan despedirse. Después, se incinera el cuerpo (aquí es opcional pero en China es una obligación) y se deposita en nichos. La tradición apunta a una despedida con petardos y un banquete posterior al que acuden familiares y amigos. Tampoco olvidan el sobre rojo, un símbolo de buena suerte que guarda en su interior una pequeña propina con la que se obsequia a los que presentan sus respetos para el fallecido.
Una soriana de origen chino